10 mitos sobre alimentación y diabetes

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1. El agua engorda. Existe la creencia de que el agua durante la comida engorda. Esto no es cierto. El agua no tiene calorías, por tanto no puede engordar. Es cierto que si se ingiere junto con la comida, contribuye a aumentar el volumen abdominal tras ella y la sensación de plenitud, que desaparecen al poco tiempo con la digestión. Por tanto el agua se puede consumir cuando sea necesario, antes, durante o después de las comidas. No influye de forma directa en la ganancia o pérdida de peso, aunque si se bebe uno o dos vasos de agua poco antes de comer, contribuye a saciar la sensación de apetito con la que llegamos a la mesa y a ingerir menos cantidad de esa comida.

2. La fruta no engorda y se puede comer libremente. Siempre hemos oído que la fruta es muy sana y que es buenísimo tomar mucha fruta. Tanto si tomamos más fruta a expensas de eliminar otros alimentos importantes, como si nos excedemos e ingerimos fruta sobreañadida por encima de nuestras necesidades calóricas, esta actitud puede conducir a desequilibrios nutricionales, hiperglucemias y a ganancia de peso. La fruta es un alimento buenísimo, rico en vitaminas, minerales, agua, fibra y también contiene hidratos de carbono y calorías. Es recomendable tomar al día 5 raciones/unidades de frutas y verduras. La mejor forma de repartirlas suele ser 3 frutas y dos de verdura, incluyendo una de éstas fresca (ensaladas, tomate, etc.), dentro de una alimentación equilibrada. Las frutas en relación con la alimentación del diabético no son de consumo libre, pues debe tenerse en cuenta su contenido en hidratos de carbono y hacer las equivalencias pertinentes.

3. Abusar de proteínas. Como no tienen hidratos de carbono en cantidades relevantes, son alimentos permitidos sin requerir contaje de raciones en la alimentación del diabético. Es bastante cierto que si un niño o joven diabético se queda con hambre algún día, se le indica que puede tomar proteína sin tener que ponerse más insulina pero no son de consumo “libre”. Hay que tener en cuenta que en una alimentación equilibrada el 12-15% del contenido calórico de la ingesta habitual debe ser de origen proteico. Las proteínas también tienen calorías, que suelen acompañarse de grasas la mayoría de las veces saturadas. Un exceso de proteínas habitual puede ocasionar problemas renales o agravar los que se tengan. Por eso libre sí, algún día, alguna vez, pero no de forma habitual.

4. No descontar los aperitivos y “picoteos”. En España tenemos la sana costumbre de disfrutar saliendo a tomar unas raciones, un aperitivo, unas tapas con los amigos y la familia. Es sana para el corazón y para el alma si no descuidamos algunos puntos. Aunque las raciones que pidamos no lleven hidratos algunas veces (aceitunas, boquerones en vinagre, chorizo, queso…), sí llevan calorías, y generalmente bastantes. Cuando sí tomamos hidratos (croquetas, tortilla de patata, patatas fritas, rebozados, etc.), debemos controlarlos para no sorprendernos con hiperglucemias fuera de lugar. Si es necesario “frenar” porque ya he consumido la cantidad correspondiente a mi comida habitual por el aperitivo, hacerlo; si es necesario, inyectar algo más de insulina, o cambiar el tipo de aperitivo llegado el caso. Además, cuidado con el alcohol (cervecita, sidra, vino,…) con lo que solemos acompañarnos. También son calorías, y según de cuál se trate, contienen más o menos hidratos de carbono que no hay que ignorar.

5. Chocolate, bollos y helados son buenos para las hipoglucemias. Gran error. La hipoglucemia es una situación urgente, y requiere una solución más urgente todavía, con ingesta (si se está en condiciones de ello) de hidratos de absorción rápida: azúcar, zumo, leche… Los otros alimentos y similares que nos apetecen tanto, no son buenos ni válidos para solucionar hipoglucemias, ya que los hidratos de carbono que los componen van mezclados con otras sustancias que les confieren una absorción más lenta de lo necesario en esta situación, requieren mayor digestión y se acompañan de gran cantidad de grasa en su composición, que enlentece la absorción de la glucosa.

6. Las legumbres están prohibidas. Las legumbres ni son especialmente calóricas, ni están prohibidas en la alimentación de los diabéticos. Más bien al contrario, son alimentos muy nutritivos, ricos en hidratos de carbono de absorción lenta, con índice glucémico bajo, alto contenido en fibra y otros nutrientes esenciales, muy recomendables en la alimentación habitual. Lo que sucede es que estamos acostumbrados a tomarlas con abundante grasa saturada (tocino, chorizo,…) que es lo que “contagia” a las legumbres de la mala fama.

7. El pan engorda mucho. El pan está compuesto fundamentalmente de hidratos de carbono, aportando cada gramo de hidrato 4 kcal., igual que las proteínas, mientras que un gramo de grasa nos aporta 9. El pan no hay por qué suprimirlo. Lo que hace “engordar” al pan son los complementos acompañantes, las salsas en las que lo mojamos, lo que untamos, etc. que suele ser rico en grasas.

8. La miga del pan engorda más que la corteza. No, no es así. Lo habitual es que quitemos la miga al pan para no engordar, cuando la parte del pan que pesa más, está más concentrada y tiene menos contenido de agua, es la corteza.

9. El pan integral es libre y no engorda. El pan integral se diferencia del pan blanco en que tiene más cantidad de fibra en su composición. Tiene una cantidad similar de hidratos de carbono y calorías. Lo que sucede es que produce sensación de saciedad mayor que el pan blanco, y no suele estar tan rico por lo que solemos comer menos cantidad, ingiriendo menos calorías (del propio pan y los acompañantes).

10. La margarina es mejor que la mantequilla. A priori podría parecer que la margarina (derivada de grasas de origen vegetal) es mejor que la mantequilla (derivada de origen animal). Sin embargo durante el proceso de elaboración de la margarina, las grasas se tienen que transformar para hacerse sólidas y esto conlleva “saturación” de las mismas, cambiando de esta forma sus propiedades y los ácidos grasos que las componen. Por tanto, ambas son igual de buenas si se toman de forma esporádica y en pequeñas cantidades, o igual de perjudiciales si se abusa en frecuencia y cantidad. Lo que no ofrece dudas en estos momentos de la ciencia y la cultura es la bondad del aceite de oliva.

 

Fuente: Revista Entre Todos nº 86

Autora: Rosa Mª Servián, Médico de Familia.

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