Bulos, mitos y realidades en alimentación

Con el paso del tiempo hay cosas que no cambian, y una de ellas es que existen muchos consejos sobre alimentación que se transmiten de año en año y de generación en generación.

Con el paso del tiempo hay cosas que sí cambian, y una de ellas es la transmisión de la información, tanto en forma como en velocidad: desde el “de boca en boca”, pasando entre otros por carta, teléfono y, ahora más que nunca, las redes sociales, con lo que implican de inmediatez y amplitud de la difusión de cualquier mensaje, noticia, acontecimiento o comentario, ya sea falso, verdadero o dudoso.

Como no podía ser menos, el tema de la alimentación se encuentra a la orden del día, y proliferan los bulos, mitos y creencias erróneas por doquier. A veces nos sirven de “excusa” para mantener nuestras costumbres mejorables o cambiar nuestros hábitos por otros que requieren menos esfuerzo; otras veces sencillamente los creemos con los ojos cerrados pues existe el pensamiento de que como se oye mucho, debe ser verdad, y profundizamos en su divulgación.

La alimentación focaliza de manera importante de este tipo de errores, ya que la base de nuestra supervivencia y, en la diabetes en concreto, un pilar fundamental del tratamiento.

Los más frecuentes se mantienen desde hace tiempo, por lo que haremos un breve repaso repaso por algunos de ellos.

1. El pan blanco es perjudicial y engorda mucho

El componente fundamental del pan es la harina, que es hidrato de carbono (HC). Si 1 g de HC= 4 kcal, y 1g de grasa=9 kcal, y el pan la mayoría de las veces lo tomamos con salsas, grasas, cremas de untar, ¿a lo mejor el añadido es lo que nos hace engordar más que el pan? No es perjudicial y es una fuente importante a tener en cuenta de hidratos de carbono de absorción lenta.

El pan integral tiene una cantidad similar de calorías y grasas al pan blanco, pero lleva más fibra en su composición y produce sensación de saciedad mayor. La idea de que engorda menos que el blanco viene propiciada no por las calorías ni del pan integral, sino por cómo lo tomamos: menos cantidad, menos apetitoso, más poder saciante y menos acompañantes calóricos (asociamos que es más sano y lo tomamos con alimentos más saludables).

2. Cuidado con la fruta: “no hay que tomar porque tiene mucho azúcar” o lo contrario, “es buenísima y se puede tomar libremente sin problemas”

Otra idea errónea que circula es que las personas con diabetes no pueden tomar fruta por su cantidad de azúcar. La realidad es otra: es cierto que las frutas contienen un azúcar natural que es la fructosa pero integrada en el alimento (vitaminas, minerales, fibra y agua), y gran parte de las propiedades saludables de la dieta mediterránea provienen de la fruta. Las personas con diabetes, igual que el resto de la población, se benefician de la ingesta de 3 raciones de fruta al día, además de otros hidratos de carbono presentes en hortalizas, cereales integrales, legumbres o leche. Deben evitar alimentos ricos en grasas, sal o azúcar.

Siempre hemos oído que la fruta es muy sana y que es buenísimo tomar mucha fruta. Tanto si tomamos más fruta a expensas de eliminar otros alimentos importantes, como si nos excedemos por encima de nuestras necesidades calóricas, puede conducir a desequilibrios nutricionales, hiperglucemias y a ganancia de peso. Las frutas en relación con la alimentación en la diabetes no son de consumo libre por su contenido en hidratos de carbono que deben contabilizarse en la dieta individual.

Es recomendable tomar al día 5 raciones/unidades de frutas y verduras. La mejor forma de repartirlas suele ser 3 frutas (no hay frutas prohibidas) y dos de verdura, incluyendo una de éstas fresca (ensaladas, tomate, etc.), dentro de una alimentación equilibrada.

3. Remedios naturales curan la diabetes y son mejores que los fármacos que se recetan para controlarla

Falso. La diabetes tipo 1 nunca se cura con remedios naturales. Quizá algunas personas con diabetes tipo 2 pueden beneficiarse por comer más sano, menos cantidad, perder peso, y tomar conciencia de lo que se ingiere, ya que esos remedios se componen generalmente de productos vegetales, infusiones y derivados. Su supuesto “poder curativo” no existe, sino el beneficio de haber comido menos calorías, menos hidratos o el haber podido perder peso.

4. Tienes diabetes por haber tomado mucho azúcar

La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune que se produce por la destrucción de las células del páncreas que producen la insulina. La diabetes tipo 2 está causada por diversos factores genéticos, hereditarios y hábitos de vida sedentarios y/o poco saludables. El azúcar en sí no se ha asociado como causa de diabetes tipo 2, pero lo que sí sucede es que una alimentación más rica en calorías y azúcares simples, junto con una vida sedentaria y sobrepeso/obesidad o los refrescos azucarados sí aumentan las posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2, pero no causa-efecto directo de la ingesta de azúcar.

5. Con diabetes no puedes tomar chocolate, tartas o dulces

No son recomendables en ninguna persona como ingesta habitual; son productos ricos en calorías, grasas y azúcares y con muy poco valor nutricional, vitaminas y minerales, pero no están prohibidos en las personas con diabetes. Si se trata de productos “light” no son libres, siempre se debe conocer la composición y valorar su contenido en azúcares simples, otros hidratos de carbono o edulcorantes y adaptar la ingesta.

Partiendo de una alimentación equilibrada y saludable no está reñido su disfrute (normal o light) con consumo reducido, esporádico, controlado conociendo la composición y ajustando la actividad y medicación que se precise.

6. Las personas con diabetes tienen que llevar una dieta especial para ellos, distinta y restringida de muchos alimentos

Los “alimentos especiales para diabéticos” pueden conducir a engaño si no se comprende o no se lee la composición, creyendo que son más sanos, libres o que se puede tomar más cantidad (como los productos “light”). Frecuentemente llevan otros azúcares distintos a la sacarosa que también hay que contabilizar, otros elementos que componen el producto que también contienen hidratos (farináceos, siropes, etc.) o que tienen más grasas o son más procesados.

No hay una dieta universal ni exclusiva para personas con diabetes ni sin ella. La alimentación de cada persona debe individualizarse a sus características, necesidades, patologías, gustos, actividad física, hábitos vitales, etc.

En el caso de la población en nuestro país, además de los aspectos previos a individualizar, por nuestra propia cultura y localización, la mejor recomendación que se puede dar de manera global es la dieta mediterránea, basada en productos naturales (mejor si pueden ser de temporada), aceite de oliva, legumbres, cereales integrales, hortalizas, frutas, verduras o pescado, evitando grasas saturadas, azúcares simples, alimentos ultraprocesados, frituras, sal, refrescos azucarados, alcohol u otros alimentos perjudiciales. Además, se ha demostrado que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y también diabetes tipo 2.

¡A comer mejor, sin miedo, con cabeza y con corazón!

Autora: Dra. Rosa M Servián
Médico de Familia
Máster en Alimentación y Nutrición
(Publicado en la Revista Entre Todos. Si quieres recibir o descargar la revista, hazte socio)

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