La deshidratación se define clínicamente como una disminución del contenido de agua corporal total y se debe a la ingesta insuficiente de líquidos, un aumento de las pérdidas sin que éstos sean repuestos o una mezcla de ambas. Frente a la pérdida de líquidos o sea de agua, es preciso reponerlos rápidamente. Bebés y personas mayores son población de riesgo y por ello requieren más medidas de prevención y vigilancia sobre todo en los meses calurosos. Las necesidades de líquidos son variables para cada persona en función de diferentes factores como la edad, la actividad, el ejercicio físico, condiciones ambientales y estado de salud, pero su consumo es diferente en las personas según sus características biológicas, fisiológicas y estilos de vida, que viene determinado por aspectos de tipo cultural, social, enfermedades subyacentes y preferencias personales.
Las personas mayores y sus dificultades particulares
Centrándonos en las necesidades básicas de la vida diaria de las personas mayores sabemos de las dificultades que tienen en sus desplazamientos para la adquisición de alimentos, sea invierno o verano, preparación de sus menús no siempre los más apropiados, la costumbre de sazonar en abundancia, de beber vino en lugar de agua en las comidas, dificultad en la deglución, salir a pasear sin protección solar ni líquidos, problemas visuales, trastornos cognitivos, etc. En la época adulta es posible que se junten patologías propias de la edad como prostatismo, hipertensión, insuficiencia cardiaca, colesterol elevado, incontinencia urinaria, entre otras. Ello implica la toma de medicamentos como los diuréticos, cuya función es eliminar líquidos que es posible no se repongan, lo que les hace especialmente susceptibles y vulnerables frente a la deshidratación que es responsable muchas veces de caídas, desorientación y déficit cognitivo. Si a ello le añadimos la diabetes, existe un mayor riesgo de descompensación metabólica. Para estos casos, los requerimientos de hidratación en las personas mayores con diabetes que a su vez tienen otras patologías, depende en gran medida del control de ésta, ya que la poliuria (excesiva producción de orina) y la polidipsia (aumento anormal de la sed) debidas principalmente al estado hiperglucémico mantenido, contribuyen a la deshidratación. La pérdida de agua produce un aumento en la concentración de glucosa y sodio, y el organismo, para compensarlo, toma líquidos de diferentes partes del cuerpo y los elimina con la orina, y en las personas con diabetes, este tipo de deshidratación puede producir hiperglucemia y complicación grave cuyos síntomas son, entre otros, cansancio, desorientación, dolor de cabeza.
Una situación a tener en cuenta es la soledad. Muchas personas mayores viven solas por un motivo u otro y son ellas o ellos sus propios cuidadores, sin nadie que supervise su alimentación, control de sus patologías y tratamiento farmacológico. Algunas, tienen pérdidas de memoria y en el peor de los casos empiezan con demencias y Alzheimer. Precisan una supervisión de familiares, vecinos, amigos, de los propios servicios sociales o de su centro de salud. No recordar si se ha tomado la medicación, no tomarla o tomarla dos veces, si ha comido o no, o si ha bebido agua, hace que sea absolutamente necesario implementar algunos métodos o estrategias fáciles de seguir para el cumplimiento o para detectar esas incorrecciones peligrosas que deberían ser recogidas en la historia clínica de la persona mayor.
Estrategias frente a la diabetes y la deshidratación
En las personas mayores con diabetes hay que detectar deficiencias en sus actividades diarias y encontrar apoyos cercanos para ayudas en las labores dificultosas como ir a la compra, peligrosas como cocinar o preparar la medicación diaria. Es preciso detectar rápidamente situaciones que puedan derivar en descompensaciones metabólicas, accidentes o una asistencia rápida. Los teléfonos de urgencias o del centro de salud, vecinos, etc. colocarlos en lugares visibles como en el frigorífico, listado de menús, de toma de medicación en sus horarios, ingesta de agua y tiempo de ejercicio realizado. Las fechas a que corresponden y si se ha realizado la acción o no. Recordatorios desde el móvil por ejemplo para no olvidar beber agua. Debemos tener siempre presente que las personas mayores presentan alteraciones en el mecanismo de la sed y no sienten esa sensación.
En las salidas al exterior del domicilio y en épocas de calor, es conveniente llevar consigo una mochilita que no pese con lo imprescindible: una botella de agua, una manzana u otra fruta, glucosa, el teléfono móvil, un abanico y un sombrero, aparte de la documentación y los teléfonos de urgencias, familia o amigos y una libreta para anotar el tiempo dedicado al ejercicio.
Estar bien hidratado se relaciona con un estado adecuado de salud y bienestar El 70/80% de nuestra agua proviene del consumo de bebidas, 20/30% de los alimentos y un 10% del metabolismo. Es por ello importante hidratarnos diariamente, prestar atención a los líquidos que tomamos y conocer los requisitos de hidratación y el tipo de bebidas y alimentos recomendados en las personas mayores en general y las que tienen diabetes en particular.
Recomendaciones para una buena hidratación
El agua natural potable es la mejor fuente de hidratación. La importancia del agua no debe limitarse a las épocas estivales y le deberíamos dar cada día, el mismo protagonismo que a otros nutrientes para mantener la función renal en condiciones óptimas (filtrado glomerular), excreción de detritus (urea, sodio…) y equilibrio electrolítico. Con ella prevenimos infecciones, mantenemos una temperatura corporal adecuada y un peristaltismo que ayude a prevenir el estreñimiento. Otras fuentes de hidratación pueden ser el agua de mineralización débil, la leche, caldos, sopas, gelatinas, gazpacho, infusiones, tisanas, zumos diluidos, polos de hielo y fruta, sin azúcar o con edulcorantes no calóricos. Lo importante en los mayores es conseguir ingerir una cantidad de líquidos adecuada, en cualquiera de sus presentaciones, sin aportar calorías.
La ingesta debe realizarse gradualmente a lo largo del día, forzando más la mañana y primeras horas de la tarde, para evitar los despertares y la incontinencia nocturna. Tomar unos 300ml o unos dos vasos de agua al levantarse por la mañana en ayunas, en forma de sorbos durante 10-15 minutos, produce un efecto peristáltico que evita el estreñimiento. Al menos un vaso de agua durante la ingesta de sólidos (desayuno, comida, cena) evitando tomarla inmediatamente antes pues provocaría llenado gástrico y saciedad. El agua debería considerarse como si se tratase de un fármaco prescrito. Solo se restringirá la ingesta de líquidos, en personas con algún problema de salud tal como insuficiencia cardíaca severa, edemas importantes o insuficiencia renal muy avanzada, en cuyos casos, los profesionales sanitarios indican cual debe ser la cantidad que puede tolerar. La deshidratación contribuye a poner la vida en peligro produciendo un golpe de calor que puede producirse en el domicilio.
Se deben tomar los líquidos a temperaturas agradables y evitar que estén excesivamente fríos para no producir faringo-traqueitis. Es preferible beber líquidos a menudo en pequeñas cantidades, nunca de golpe, aunque siempre contabilizándolo.
La alimentación debe basarse en preparaciones sencillas, con las especias que nos gusten y podamos tolerar y sobre todo con poca sal. Las legumbres, verduras (cocinadas o crudas) y frutas son una fuente excelente de líquidos. Sopas y caldos tibios refrescan e hidratan en cualquier estación. Las frutas pueden tomarse rayadas y acompañadas de yogur líquido o gelatinas si hay problemas de deglución.
Alimentación en personas dependientes
En este grupo de personas, los cuidadores deben ofrecer bebida a menudo. Elegir las que a ellos más les apetezcan y puedan tomar sin atragantarse en cuyo caso se añadirán espesantes si fuera preciso. Hay que identificar la falta de apetito y la desorientación y vigilar el color y la cantidad de orina, teniendo en cuenta las necesidades hídricas de cada persona, de acuerdo con sus enfermedades, preferencias, actividades, estado de alerta … En personas desorientadas se observa a menudo que estaban deshidratadas. Se debe mantener un buen control metabólico con niveles adecuados de glucemia y evitar ayunos prolongados en las personas dependientes con diabetes. Tener en cuenta el contenido de hidratos de carbono de algunas bebidas y evitar los azúcares simples que se hallan en zumos envasados o refrescos comerciales y bebidas alcohólicas.
Las situaciones extraordinarias (vómitos, diarreas, sudoración excesiva, fiebre, aumento de la temperatura exterior, de la respiración) que requieren un incremento en la necesidad de líquidos y/o reposición de electrolitos, deben ser evaluadas por un profesional sanitario que le indicará las recomendaciones para esa situación particular. Si es cuidador o está en contacto con personas mayores es importante detectar los primeros síntomas de una posible deshidratación y tratarlos lo más prontamente posible. Pida a su enfermera que le informe.
Autores: Susana Montero, Javier Camacho
Luís Huerta y Pilar Ledo
Enfermería del SERMAS
(Publicado en la Revista Entre Todos. Si quieres recibir o descargar la revista, hazte socio)