Disruptores endocrinos: una amenaza para la salud con muchos interrogantes

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Disruptores endocrinos

Los DE fueron reconocidos por la comunidad científica en 1991. En 2002, la OMS los definió como «una sustancia o mezcla exógena que altera la(s) función(es) del sistema endocrino y, en consecuencia, provoca efectos adversos para la salud en un organismo intacto, o en su progenie, o en (sub)poblaciones». La mayoría de los DE actúan a dosis muy pequeñas como las hormonas. Sus efectos pueden ser de activar (agonistas), “mimetizándolas” o bloquear (antagonistas) la acción de las hormonas, ya sea de una o varias a la vez. También aumentar su síntesis o degradación, con lo que pueden alterar los niveles circulantes. Al mismo tiempo, pueden interferir con algunos procesos metabólicos.

¿Hay muchos disruptores?

En un primer informe de la OMS de 2002, el listado de sustancias que tenían una acción de interferencia (disrupción) hormonal se centraba básicamente en pesticidas y algunos pocos compuestos persistentes y bioacumulativos (POPs; PCBs, DDTs, PCDFs/PCDD). Muchos de ellos fueron usados entre los años 30-70 del siglo pasado y hoy en día están prohibidos, aunque pueden seguir presentes en el medio ambiente y en la cadena alimentaria debido a que se degradan lentamente y se acumulan en la grasa de animales.

A principios de 2013, la OMS  publicó el documento «El estado de la ciencia sobre Disruptores Endocrinos» en el que alertaba de que existían casi 800 sustancias con efecto disruptor endocrino.

El NIH (National Institute of Environmental Health Sciences) ha estado emitiendo informes sobre los DE y sus acciones. En la Tabla se detallan los más importantes de acuerdo a dicha Institución estadounidense, y constatando el incremento de los mismos. En la bibliografía se referencia el trabajo del NIH cuyas publicaciones son altamente recomendables

En 2019 B. Demencix y R. Slama elaboran un Informe técnico a petición del Parlamento Europeo, en concreto del Comité de Peticiones, que ha sido publicado por el departamento de Políticas para los derechos de los Ciudadanos ( Endocrine disruptors: from scientific evidence to Human Health Protection), que es exhaustivo e insiste en que los DE están presentes en los alimentos, los materiales en contacto con los alimentos, los cosméticos, muebles, productos de limpieza, juguetes, y un largo etcétera, incluyendo el agua potable. Por lo tanto, la población de la UE está ampliamente expuesta a los DE conocidos y sospechosos. Este hecho lo confirman los estudios de biovigilancia, incluso en subgrupos susceptibles como las mujeres embarazadas y los niños. Se calcula que los costes anuales relacionados con la exposición a los SUH ascienden a 163. 000 millones de euros (más de 22 000 millones de euros con una probabilidad del 95% y más de 196 000 millones de euros con una probabilidad del 25%).

Principales disruptores endocrinos (Fuente NIH)

Bisfenol A (BPA): se utiliza para fabricar plásticos de policarbonato y resinas epoxi, que se encuentran en muchos productos de plástico, incluidos los envases de alimentos.

Dioxinas: producidas como subproducto en la producción de herbicidas y el blanqueo de papel, también se liberan al medio ambiente durante la quema de residuos y los incendios forestales

Perclorato: subproducto de las industrias aeroespacial, armamentística y farmacéutica que se encuentra en el agua potable y en los fuegos artificiales.

Sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS): se utilizan ampliamente en aplicaciones industriales, como las espumas contra incendios y los revestimientos antiadherentes para sartenes, papel y textiles.

Ftalatos: utilizados para hacer más flexibles los plásticos, también se encuentran en algunos envases de alimentos, cosméticos, juguetes para niños y dispositivos médicos.

Fitoestrógenos: sustancias naturales presentes en las plantas que tienen una actividad similar a la de las hormonas, como la genisteína y la daidzeína que se encuentran en los productos de soja, como el tofu o la leche de soja.

Éteres difenílicos polibromados (PBDE): utilizados para fabricar retardantes de llama para productos domésticos como la espuma de los muebles y las alfombras

Bifenilos policlorados (PCB): se utilizan para fabricar equipos eléctricos como transformadores, y en fluidos hidráulicos, fluidos de transferencia de calor, lubricantes y plastificantes

Triclosán: puede encontrarse en algunos productos antimicrobianos y de cuidado personal, como los jabones líquidos

Así pues, los DE son muy abundantes. Se encuentran en el agua, aire y en todo tipo de productos cotidianos de uso doméstico, médico, industrial, agrícola, etc. Por ejemplo, los hay en pegamentos, barnices, ropa, cosméticos, juguetes, productos de limpieza, ambientadores, plásticos, envases de alimentos, tuberías del sistema de canalización del agua, cables eléctricos, coches, muebles… Por eso lo más habitual es que todos estemos expuestos de forma permanente a estas sustancias, aunque en dosis muy pequeñas. Y como son muchas diferentes, se habla de un efecto cóctel. Penetran en el organismo a través de lo que ingerimos, inhalamos o por contacto de la piel.

La importancia de los disruptores es que su forma de actuar y producir alteraciones es diferente de otros tóxicos.

Dado el papel esencial del sistema endocrino durante el desarrollo, la exposición a los DE durante períodos vulnerables puede inducir cambios duraderos, con efectos adversos a corto y largo plazo; algunos de estos efectos se producen a dosis muy bajas y con respuestas cambiantes a una misma dosis.

Aunque son multifactoriales, muchos trastornos crónicos de la salud se han relacionado claramente mediante experimentos en células y animales y la epidemiología con los DE. Estos trastornos incluyen la obesidad y los trastornos metabólicos como la diabetes, los trastornos reproductivos masculinos y femeninos, los cánceres reproductivos, las disfunciones tiroideas, enfermedades del neurodesarrollo y la pérdida de coeficiente intelectual.

  1. Edad: la edad en la que estamos en contacto con estas sustancias influye sustancialmente en su capacidad para producir efectos secundarios. Las épocas más sensibles son aquellas en que el cuerpo está en desarrollo y la actividad metabólica y endocrina es mayor, es decir el desarrollo fetal (la más crítica con diferencia), los dos primeros años de vida y los años de desarrollo puberal, aproximadamente entre los 8-13 años en niñas y 9-16 años en niños. Exposiciones de días o de pocas semanas en el feto pueden tener efectos graves en el desarrollo de un determinado órgano. Existen una serie de periodos ventana en los cuales el feto es más sensible a los DE y en las que se afectan más unos órganos que otros. 
  2. Los adultos estamos «relativamente más protegidos» debido a que nuestro crecimiento es más lento o ya ha terminado, aunque exposiciones continuas diarias mantenidas varios años pueden ser igual de perjudiciales, especialmente para el desarrollo de diabetes, obesidad, trastornos inmunitarios y cánceres hormono dependientes.
  3. Tiempo de latencia: una característica típica del los DE es el tiempo que tardan en verse sus efectos entre la exposición y la aparición de enfermedades relacionadas, sobre todo en las exposiciones durante la gestación.
  4. La exposición intrauterina a DE puede ocasionar efectos que aparezcan ya en el nacimiento, o bien a lo largo de la infancia, la pubertad, la edad adulta, de ahí la dificultad para monitorizar mediante estudios a corto plazo los efectos sobre los humanos de los mismos. Para especies con ciclos vitales más cortos, los efectos están claramente establecidos.
  5. Potenciación de efectos por contaminación con múltiples disruptores: Los efectos de los DE pueden no ser sólo aditivos sino sinérgicos o exponenciales, por lo que niveles individuales que hasta hoy se consideraban inocuos, dejan de serlo al mezclarse con otros. El cumplimiento de la legislación para las sustancias por separado puede no garantizar la inocuidad.
  6. Dinámica de dosis: Para muchas sustancias no existe una relación lineal entre dosis y efecto. Esto complica mucho el estudio de la toxicidad.
  7. Efecto transgeneracional y epigenético: actualmente sabemos que algunos efectos de los DE se trasmiten a las siguientes generaciones a través de mecanismos epigenéticos.

La ciencia ha aceptado ya que en el desarrollo de muchas de las llamadas “enfermedades no transmisibles”, que son pandémicas, la influencia del medio ambiente interactuando con nuestros genes mediante un mecanismo epigenético, es muy importante.

El caso de los DE y algunas de las enfermedades endocrinas cuya incidencia está en aumento es muy verosímil. Lo ocurrido en especies animales intoxicadas por vertidos químicos o zonas muy contaminadas es concluyente. Que la especie humana está en contacto con un número cada vez mayor de sustancias químicas en sus alimentos, aire, y objetos de uso diario también es una preocupante realidad.

Sin embargo, salvo en accidentes, el tiempo entre exposición, acumulación y efectos es suficientemente largo para dificultar los estudios que demuestren causa efecto. A esta dificultad se añaden otras muchas, como la ausencia de datos sobre los componentes de muchos artículos cotidianos, el desconocimiento sobre los efectos sinérgicos, aditivos o potenciadores de unos disruptores con otros, aunque individualmente ninguno de ellos sobrepase las dosis tóxicas. Aun así, la OMS afirmaba ya en 2012 que las tendencias en ciertas enfermedades endocrinas y canceres hormono dependientes a nivel mundial es muy preocupante todos los indicios llevan a suponer que las generaciones futuras van a verse muy afectadas. Lo mismo concluye el Informe técnico para el Parlamento Europeo en 2019.

Legislación en España y disruptores

En junio de 2016, tras una sentencia condenatoria del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea, la Comisión presentó una propuesta que tras varias modificaciones finalmente ha sido aprobada por los Estados miembros en abril de 2018 (Reglamento 2018/605, de 19 de abril de 2018.Por otro lado, el Reglamento (396/2005) establece la cantidad máxima permitida de residuos de cada plaguicida en alimentos y piensos, denominada límite máximo de residuo (LMR).

Utilizando los datos oficiales del Programa de Control de Residuos de Plaguicidas del año 2015 recopilados por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), el informe describe los residuos de plaguicidas que se encuentran en los alimentos en España y muestra que el nivel de exposición de la población a estas sustancias a través de la alimentación es preocupante.

AECOSAN publicó en su web los resultados del análisis de residuos de plaguicidas en las 2.186 muestras tomadas en 2015 de productos de origen animal, cereales, frutas, verduras y otros productos vegetales, productos procesados, alimentos infantiles y otros productos (infusiones). Las muestras incluyen también alimentos importados presentes en el mercado español. Los resultados pueden consultarse en la web de AECOSAN

Los alimentos españoles contienen al menos 38 plaguicidas con capacidad de alterar el sistema, hormonal, cifra algo superior a los 33 plaguicidas DE encontrados en 2014.

La buena noticia es que no se han encontrado DE en los alimentos infantiles y muy pocos en alimentos ecológicos.

Disruptores endocrinos y diabetes

Una revisión crítica de la literatura (Lind et al 2018) analiza la evidencia proporcionada por estudios transversales y prospectivos junto a ensayos experimentales in vitro, que investigan la relación entre la exposición al DE y la aparición de diabetes o intolerancia hidrocarbonada. Dicha publicación identifica más de 40 estudios transversales y tan sólo 7 longitudinales. En conjunto, concluyen que existe evidencia moderada de que la exposición a dichlorodiphenyldichloroethylene (p,p’-DDE), un metabolito del pesticida dichlorodiphenyltrichloroethane, favorece el desarrollo de diabetes. En el caso de los Policlorobifenoles, la evidencia es de menor calidad, pero en parte puede ser debido a los modelos animales (roedores) utilizados. En el caso de otros disruptores, como el Bisfenol A, los Ftalatos y los químicos perfluorinados, la evidencia es escasa, pero hay que señalar que hay muy pocos estudios prospectivos. Concluyen afirmando que se va a cumulando evidencia de la relación, pero es muy grande la necesidad de más estudios, sobre todo prospectivos

Diabetes tipo 1

100 años después del descubrimiento de la insulina, aún resulta un enigma sin resolver la etiología de la diabetes tipo 1, que evidentemente es multifactorial. Por supuesto que existen factores genéticos predisponentes, pero el proceso autoinmune que destruye los islotes Betapancreáticos parece estar determinado por múltiples factores ambientales, como son los DE. Estos agentes químicos pueden actuar a través de diferentes “ventanas” temporales, y como agentes únicos o en combinación, actuando sobre el sistema inmune directamente, o a través de acción sobre la célula Beta, de forma que la convierte en más susceptible a un ataque autoinmune. La inmunidad es sumamente compleja. En la era COVID y post COVID esto ya es de conocimiento general y además los estudios prospectivos en humanos son poquísimos y arrojan resultados contradictorios. Una reciente revisión de 65 trabajos seleccionados lo pone de relieve (Predieri et al 2020). Junto a ello, en experimentación animal los hallazgos y estudios son más claros y numerosos y ofrecen datos sobre los mecanismos etiopatogénicos. También es importante destacar que en pacientes que desarrollan diabetes tipo 1, los estudios sobre concentraciones de disruptores ofrecen información muy valiosa. De hecho, la mayoría de los estudios en humanos en esta área son estudios transversales o de casos y controles. Vale la pena señalar que los autores de esta revisión analizan la influencia de los DE sobre la microbiota, y su relación con las alteraciones inmunitarias que pueden favorecer los complejos mecanismos de destrucción de los islotes Beta pancreáticos No obstante, de nuevo los autores de este interesante trabajo subrayan la verosimilitud de la probable influencia de los DE en el desarrollo de muchas enfermedades, incluida la diabetes tipo 1 , pero al mismo tiempo, la dramática escasez de conocimiento y la dificultad de extraer conclusiones seguras

Conclusión

En la actualidad existe un consenso científico sobre la definición de los DE, el incremento de su presencia en el medio ambiente y en los seres humanos a nivel global. Por tanto, constituyen en la actualidad una preocupación grave respecto a la salud poblacional. La OMS en su informe recomienda aumentar los estudios epidemiológicos, mejorar los métodos de detección de las sustancias con efecto disruptor, puesto que todo apunta a que actualmente estemos viendo solo la punta del iceberg. Más aún, la OMS considera que el reto es tan grande que necesita la cooperación de gobiernos y científicos a escala global

Mientras tanto, a nivel individual los consejos más fundados se centran en evitar la exposición a estos abundantes químicos en el embarazo y en los períodos más vulnerables: los primeros 3 años de vida y la pubertad. Por otro lado, evitar en lo posible el contacto con plásticos, productos de limpieza doméstica y personal que contengan alguno de los DE señalados, lavar bien hortalizas y verduras, pelar las frutas y, a mi juicio, comprometerse en cualquier actividad encaminada a exigir de nuestras Instituciones una mayor vigilancia, legislaciones veraces y protectoras que no cedan ante los lobbies y una decidida y rápida mejora del medio ambiente.

Autora: Clotilde Vázquez
Endocrinólogo. Jefe Servicio Endocrinología y Nutrición. Fundación Jimenez Díaz
(Publicado en la Revista Entre Todos. Si quieres recibir o descargar la revista, hazte socio)

BIBLIOGRAFIA

Barbara Predieri Patrizia Bruzzi Elena Bigi Silvia Ciancia Simona F MadeoLaura Lucaccioni Lorenzo Iughett. Endocrine Disrupting Chemicals and Type 1 Diabetes. Int J Mol Sci . 2020 Apr 22;21(8):2937.  doi: 10.3390/ijms21082937

-B Demencix y R Slama. Endocrine disruptors: from scientific evidence to Human Health Protection.UE 2019

-Medicina de familia en la red. Blog del doctor Lopez Heras. ( web médica acreditada). https://www.drlopezheras.com/2014/05/disruptores-endocrinos-toxicos-en-comida-cosmeticos.html#more

-Åke Bergman, Jerrold J. Heindel, Susan Jobling, Karen A. Kidd R. Thomas Zoeller ( eds) State of the Science of Endocrine Disrupting Chemicals 2012. Summary for Decision-Makers https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/78102/WHO_HSE_PHE_IHE_2013.1_eng.pdf;jsessionid=F8A0E07E27CFB26792ECB58C54F75DD5?sequence=1

-P. Monica Lind Lars Lind. Endocrine-disrupting chemicals and risk of diabetes:an evidence-based review Diabetologia (2018) 61:1495–1502. https://doi.org/10.1007/s00125-018-4621-3

-Endocrine Disruptors. National Institute of Environmental Health Sciences 2020 https://www.niehs.nih.gov/health/topics/agents/endocrine/index.cfm

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