Partimos de la base que las personas con diabetes debemos moderar el consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono de absorción rápida. Estos alimentos nos van a elevar rápidamente los niveles de glucosa en sangre, además de contribuir al aumento de peso.
Entre estos alimentos está la miel con un 80% de carbohidratos en su composición. Pero es que además los azúcares que se encuentran en la miel son “azúcares libres”. La OMS define los “azúcares libres” de la siguiente manera: «todos los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos por el fabricante, el cocinero o el consumidor, más los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los jugos de frutas».
Como bien sabes desde la asociación en multitud de ocasiones os transmitimos que no existe una dieta universal para una persona con diabetes. No se trata de prohibir, sino de conocer el efecto que la ingesta de azúcares de rápida absorción va a producir en tu organismo. Y desde luego la miel como el azúcar son muy parecidas en cuanto a lo rápido que se absorben. Por tanto si se va a tomar miel lo normal es planear su ingesta, controlar la glucemia e intentar consumirla con alimentos ricos en fibra para que la absorción sea más lenta.
Es probable que muchas personas con diabetes consideren que productos naturales como la miel sean más “sanos”, pero no quiere decir que nos confiemos sin tener en cuenta cómo pueden afectarnos al control de la diabetes. Es cierto que los productos procesados como el azúcar de mesa en el refinamiento pueden perder minerales, vitaminas, etc. aunque eso no significa que el consumo de miel sea recomendable como parte de la dieta habitual de una persona con diabetes. Endulzar con miel o endulzar con azúcar te va a producir una elevación de la glucosa en sangre parecida.
Por tanto el consumo de miel, como de cualquier dulce puede ser aceptado, pero siempre que sea moderado, regulado y controlando tus glucemias.
Además su recomendación para la población en general (sin tener diabetes) es que el consumo de este tipo de azúcares, reducido a menos del 5% de las necesidades energéticas diarias, produciría beneficios adicionales para la salud.