La diabetes tipo 1 es un condicionante, presente en el día a día, que permite apreciar la importancia que tienen los buenos hábitos y costumbres, necesarios para una salud cuidada. Igual que hay alergias e intolerancias, el cuerpo recibe de mejor o peor manera unas cosas que otras. En el caso de la diabetes, no restringe necesariamente nada, más allá de lo que cualquier persona debería evitar sea cual sea su condición.
Hay alimentos que deben limitarse, aunque estén socialmente aceptados y normalizados. La diabetes es un poco más estricta con ello, y debemos tener claro que lo único que se consigue es un beneficio. Si alcanzamos un “buen equilibrio” (que no debe malinterpretarse, es algo que cuesta, y el esfuerzo incide en su mantenimiento), estaremos haciendo lo que todas las personas deben, pero aquellas con diabetes tienen interés acuciante. Este equilibrio no es más que el bienestar de tu cuerpo; y, si se sabe lo que conviene, lo que no y el por qué, sabremos mantenerlo en cualquier situación y lugar.
Esto así dicho, de manera generalizada, es la sencilla teoría que debe mantenerse en la complicada realidad, en la que tenemos que conocernos y descubrirnos para saber cómo reaccionamos. El truco reside en interiorizar que no es una meta puntual alcanzable, sino una carrera de fondo, en la que debemos aprender a controlar las variaciones que suponen en nuestro cuerpo los estímulos que nos vamos encontrando, tanto interiores como exteriores.
Conocimiento
Sin haber una solución perfecta, debemos ir aprendiendo la opción que mejor se adapte a lo que vamos necesitando. De esta manera, se va cercando el abanico de opciones a una selección de básicos más recurridos, que sabremos controlar y dominar a nuestra disposición para lidiar con cualquier circunstancia. Ya sean sanitarios o alimenticios, cada persona debe ir descubriendo sus más convenientes. Si los conocemos bien, tendremos lo imprescindible para enfrentarnos a la vida, sin que la diabetes nos detenga ni obstaculice.
Saber adaptarse a una circunstancia requiere ampliar el área de dominio hasta los límites que la abarquen. Experimentar fuera de nuestra zona de confort, permite ir modificando esos límites, haciendo de lo desconocido algo conocido.
Confianza
La confianza individual que va construyéndose a través de las situaciones vividas, hace que se enfrenten mejor las que están por conocer. Ese es precisamente el accesorio más importante que llevo siempre en mi maleta, que me hace estar seguro y provisto en cada experiencia y viaje.
Es importante, aparte de la confianza en lo que ya sabes y lo que tienes a tu disposición, contar con personas a tu alrededor que sepan, al menos, nociones básicas para socorrer en caso de urgencia. Dejarse ayudar es una de las lecciones que más puede costar.
Comunicación
En mi caso, siempre he mantenido un concepto de discreción, sin querer que la gente supiera sobre mi diabetes, que por seguridad no era el correcto. Creía, erróneamente, que, si lo supieran, condicionaría su trato hacia mí.
En momentos de convivencia como en la cooperación internacional, y más cuando vas sin una compañía de tu confianza, es necesario que el entorno sepa lo que ocurre o lo que puede ocurrir, porque si no estaremos echando piedras sobre nuestro propio tejado. Por experiencia, he aprendido que la gente no cambia su comportamiento hacia mí al saberlo, más allá de la buena intención y del posible desconocimiento existente sobre la diabetes, con estereotipos en torno al azúcar y la insulina.
La diabetes no te para. Pero esto no es porque deje de existir en la concepción de la gente a tu alrededor, o se actúe como si no estuviera. Se debe normalizar y, aunque cueste (y sé que cuesta), las personas que te rodean deben saberlo. De no hacerlo de esta manera, estaremos abusando de la confianza con la que contamos sobre el dominio de las situaciones. Siempre pueden ocurrir eventos o accidentes inesperados que queden fuera de nuestro alcance, aunque tengamos la certeza de que no va a ser así.
Dentro de la preparación del material básico para un viaje, debe contarse siempre con la comunicación sobre la diabetes. Es una pieza clave que puede tener más efecto incluso que el resto del material que llevemos preparado, y el perjuicio que puede causar eclipsa con creces al “esfuerzo” para evitarlo, convirtiéndolo en una medida indispensable.
Esto no quita que en la mayoría de situaciones la gente con la que te cruces en el viaje fuera del entorno vaya a saber lo que te pase. Debe considerarse como una medida de seguridad, dentro de la lógica coherente. Esto también ayuda a la hora de conseguir material o recursos: no estás sola/o. Gracias a la comunicación de lo que pasa, la gente está más predispuesta a ayudar o facilitar.
Cooperación
En mi caso, en un viaje a una zona menos desarrollada y más desprovista, el comunicar sobre la diabetes ha hecho que me permitieran conservar las insulinas y el glucagón en el único aparato de refrigeración que había en la zona (atendiendo con cuidado la temperatura a la que estuvieran, eso sí). También ha hecho que, en otros casos, contaran con alimentos de reserva u otros más azucarados (o evitando el azúcar, dependiendo del caso y de la intención de quien lo preparaba) por si lo necesitara (aunque para ello es siempre recomendable llevar encima los básicos que consideremos).
Pero hay una anécdota que refleja especialmente bien la importancia de lo que quiero demostrar. En este caso, estaba en un poblado en una isla de Filipinas, cuando empecé a tener unas altas fiebres, y mi cuerpo rechazaba directamente todo lo que injería, ya fuera líquido o sólido. Todos los remedios de los que disponíamos no hacían efecto, y las consecuencias empezaban a estar más presentes. Yo no estaba en plenas facultades para lidiar con el añadido de la diabetes, ya que no podía casi incorporarme, ni mucho menos moverme ni dedicarle atención a nada. Por las condiciones del lugar, no podía tener ninguna atención sanitaria en ese momento, y tuve que esperar el día entero, hasta que a la mañana siguiente pude desplazarme a una clínica donde pudieron diagnosticarme y solucionar el problema.
De no haberse tenido en cuenta correctamente mi circunstancia, se habría agravado considerablemente la situación. Es en ese momento donde, si faltara la comunicación, la diabetes sí me hubiera detenido y obstaculizado, complicándolo todo. Por prevención anticipada, la gente a mi alrededor lo sabía, y conocían las nociones básicas para suplir una situación crítica como la que estaba ocurriendo. Concretamente, gracias a Alberto, mi persona de referencia en el viaje, que estuvo especialmente pendiente de mí, en quien confiaba, y se hacía cargo y cuidaba los detalles. No sé qué hubiera sido de mí sin él, era quien sabía lo que se debía hacer, a pesar de la incertidumbre que nubla siempre ese tipo de situaciones. No terminaré de agradecérselo nunca.
Me alimenté a partir de pequeñas cantidades de suero oral, mediante las que obtenía cierta cantidad de glucosa y evitaba la deshidratación, aunque no por mucho tiempo. Tras una larga noche, conseguimos llegar a una clínica donde pudieran tratarme.
La diabetes en un país con recursos y medios disponibles, es tan difícil de tratar como las variaciones que puedan influirle lo permitan, y la atención que decidas dedicarle. Sin negar su complicación, se vuelve mayor si hay escasez o inexistencias. Por ello, la importancia de los materiales básicos y, sobre todo, del conocimiento del porqué de ellos. De esta manera, se pueden llegar a conmutar si fuera necesario por adaptación a lo que podamos encontrar. Igual que los sueros orales simbolizaron la posibilidad de cambio, propiciado por las circunstancias, la lista de básicos debe ser tan rígida como el conocimiento y las capacidades de sustitución la obliguen.
En viajes a países de occidente u occidentalizados, no se va a tener mayores problemas, y se puede adquirir (casi) de todo. Pero en los que se encuentran fuera de condiciones económicas tan elevadas (que impliquen a su vez retroceso en avances científicos y de investigación), esto puede cambiar.
Es un reto que invito a probar, una forma de superación y ampliación de la confianza que favorece mucho el dominio sobre la diabetes. Enriquece en todos los sentidos y, aunque pueda llegar a parecer paradójico, no sólo ayuda a que la diabetes no nos pare, si no que anima a llegar más lejos y aventurarse a nuevas experiencias.
Autor: Alejandro Merino
Voluntario de Asociación Diabetes Madrid