La experiencia de Luz · Excursión del cole con sobresalto

mochila476

Nos habían avisado. Se suponía que teníamos que estar preparadas para ello. Sabíamos cómo debíamos actuar si se producía… Pero la verdad es que cuando vimos cerca de 500 en la pantallita del medidor de glucosa, casi nos da un ataque. Afortunadamente todo se quedó en un susto, acabamos reaccionando y solucionando el problema. Pero no voy a adelantar acontecimientos, vamos paso a paso.

Excursión del cole. Estupendo plan en el que los niños se pasan el día por ahí, van y vienen en autobús, y se llevan un dinerillo para comprar cositas (que, por cierto, casi siempre son de comer. Ja ja. No he visto generación que “trague” más que ésta. Su capacidad para engullir golosinas y snacks antes, durante y después de las comidas supera de largo la nuestra a su edad).

Pero a lo que voy, que me enrollo. Mi hija se baja del autobús y tras las consabidas preguntas de rigor, qué tal lo pasaste, qué hicisteis, etc. (todo disimulo por mi parte, lo primero que quiero saber realmente es cómo han estado sus niveles de glucosa, qué ha comido, cómo está ahora…). Pero hay que comportarse como una madre normal, claro, y dejar de parecer obsesiva. Llega por fin el momento de la medición… Y nos quedamos paralizadas al ver el numerito: 475. ¡No es posible! Tiene que haber un error. A lavar manos corriendo y volver a medir: 460. ¡Ahhhhh! No hay error. ¿Qué ha pasado?

La bomba parece funcionar, no hay rastro de las temidas burbujas. Ni idea. A corregir toca. Tras algunas unidades de insulina, traguitos de agua, paseítos suaves, una serie de mediciones más y un par de horas conseguimos llegar a niveles razonables de glucosa. Y ya en nuestros cabales (pero aún con el susto en el cuerpo), logramos pensar con frialdad. ¿Qué puede haber pasado? Muy sencillo.

La bomba, por seguridad, está diseñada para que no puedas colocarte de forma inadvertida un bolo de insulina si das dos o tres veces en el teclado por error. Siempre pregunta y repregunta. Puede ser un poco tedioso, pero es importante para evitar males mayores. Por ejemplo, después de calcular el bolo para las comidas y dar la orden te vuelve a pedir confirmación una vez más.

Y, claro, en el fragor de la excursión… ¡Quién está tan pendiente! Nos habían avisado de que al principio eso ocurre con cierta frecuencia, que tuviéramos cuidado, porque la gente piensa que se ha puesto el bolo para la comida y no lo ha hecho. Y, por supuesto, nosotros no íbamos a ser tan originales que nos fuéramos a salvar de eso. También nos tenía que ocurrir en algún momento.

La verdad es que fue un susto gordo que no nos ha vuelto a pasar. Ahora Beatriz se asegura bien de haberse puesto el bolo correctamente cada vez. Lección aprendida.

 


Efectivamente las excursiones son otros de los momentos en los que por un día o un par de ellos salimos de nuestra “zona de confort”. Hacemos quizás más ejercicio, no comemos lo mismo que en casa o incluso la emoción de salir con los amigos del colegio puede hacer que los niveles de glucosa en sangre varíen.

Es importante siempre en una excursión llevar el material necesario para pasar el día, tiras, lancetas, insulina, glucómetro, etc., en definitiva nuestro “kit de diabetes”.

Ante una hiperglucemia es importante pensar lo primero en qué puede haber pasado para que estemos altos. Un despiste al ponerse la insulina en la comida o un fallo en el catéter pueden ser algunas de las muchas causas de la hiperglucemia.

También sería conveniente ante cifras tan altas hacer una medición de cuerpos cetónicos para que en caso de ser positivo tratarlo de manera adecuada como nos recomiendan en este artículo

Si tienes dudas sobre cómo resolver las hiperglucemias o cómo actuar ante cuerpos cetónicos recuerda preguntarle a tu enfermera educadora o a tu endocrino, seguro que podrán ayudarte.

 

 

Publicado en Acompañamos, Información adolescentes, Información niños y etiquetado , , , , .