La realidad de las dietas milagro

La realidad de las dietas milagro

La obesidad afecta a un número creciente de personas, dando lugar a mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónico degenerativas (enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, diabetes, hiperlipemias, litiasis, hipertensión, etc.) por lo que puede considerarse como uno de los problemas de salud más graves en los últimos años. Según datos de la Organización Mundial dela Salud (OMS) estamos frente a una pandemia con 800 millones de personas que padecen obesidad a nivel mundial y se calcula que crecerá en 60% durante la próxima década.

Es una situación alarmante de salud, pues el ritmo de vida y los cambios de hábitos han favorecido la creación de un entorno obesogénico, es decir, un ambiente que promueve el desarrollo de la obesidad.

Los principales riesgos del entorno obesogénico son: disponibilidad en todo momento de alimentos procesados ricos en azúcares (supermercados, máquinas expendedoras, tiendas de autoservicio) trabajos sedentarios y, en general, un estilo de vida con poca actividad física.

La obsesión por adelgazar es una realidad en la sociedad actual, estamos invadidos por imágenes de “cuerpos perfectos” que invitan continuamente a que si no cumplimos esos cánones de belleza no podemos encajar en la sociedad. Esta presión social puede motivar en muchos casos, el que se sienta una especie de obligación de adelgazar. Así, perder peso ha dejado de ser un problema exclusivo de las personas con sobrepeso u obesidad. Por otra parte, esta obsesión ha provocado una proliferación de dietas y remedios adelgazantes accesibles a cualquier persona y cuya utilización indiscriminada puede provocar a menudo serias complicaciones a la salud.

De acuerdo al Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AED-N), las llamadas “dietas milagro” son aquellas que se caracterizan por tener resultados rápidos, milagrosos y absurdos; carecen de evidencia científica, prometen pérdidas de peso inmediatas y sin esfuerzo, y a menudo, utilizan la imagen de personajes famosos, como “influencers”. La mayoría “funcionan” pues al restringir la ingesta energética inducen pérdida de peso. No obstante, el peso perdido corresponde sobre todo a agua y la reducción de grasa corporal se acompaña muchas veces de pérdidas de masa muscular. Estas dietas promueven una alimentación desequilibrada al excluir o reducir la ingesta de algunos alimentos o grupos de alimentos. Es por ello que pueden comprometer el aporte adecuado de nutrientes esenciales y suponer un verdadero riesgo para la salud.

Según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) estas dietas son peligrosas ya que no consiguen cambiar los malos hábitos porque carecen de educación nutricional y acentúan los errores, además no satisfacen las necesidades nutricionales, ya que no son dietas equilibradas. Por lo general son ricas en grasas saturadas, proteínas de origen animal y deficitarias en vitaminas y minerales. Si se mantienen mucho tiempo pueden producir: alteraciones cardiacas, renales, óseas, hepáticas, pueden empeorar algunas alteraciones gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarreas, estreñimiento) entre otros efectos para la salud.

Se hacen populares porque se está dispuesto a intentar algo que asegure los resultados que se desean y porque prometen resultados impactantes. Algunas de ellas causan mucha pérdida de peso durante las primeras semanas, aunque después se recupere el peso perdido, lo que se conoce como efecto yoyo o rebote. Tientan más, porque proponen resultados a corto plazo, en vez de resultados a medio y largo plazo que conlleven cambios de estilo de vida en cuanto a dieta y actividad física.

Por otra parte suelen estar prescritas/recomendadas por personas ajenas a la nutrición, pudiendo llevarse a cabo sin la supervisión de un profesional, exageran los efectos científicamente demostrados de un nutriente o alimento, contienen listas de alimentos buenos o malos, así́ como prohíben el consumo de un alimento o de un grupo de alimentos e incluyen testimonios para aumentar la credibilidad. Algunas incitan a comprar preparados o alimentos específicos de quien promueve la dieta, los cuales tienen un coste elevado.

Actualmente existen cientos de dietas milagros, de acuerdo a sus características nutricionales pueden clasificarse en tres grandes grupos:

  • Dietas hipocalóricas desequilibradas: Aportan pocas calorías con respecto a las necesidades, y la proporción de los macronutrientes no es la adecuada. Suelen ser monótonas, además de peligrosas, ya que pueden provocar alteraciones en la salud, pues favorecen la aparición de déficits de nutrientes y de trastornos de la conducta alimentaria. Al abandonarse provocan el conocido efecto rebote.
  • Dietas disociativas: Basadas en la idea de que los alimentos no engordan por sí mismos, sino al consumirse combinados. Por esto, solo se puede consumir un tipo de macronutriente en cada comida, lo que es prácticamente imposible de hacer ya que no existe casi ningún alimento que contenga solo uno de ellos. Esta dieta no está demostrada científicamente y los resultados de bajada de peso se deben a que la mayoría son hipocalóricas. Un ejemplo es la dieta disociada.
  • Dietas excluyentes: Basadas en eliminar algún nutriente de la dieta.
    • Ricas en grasas y pobres en hidratos de carbono o cetogénicas. Ejemplo: Dieta Atkins. Es deficiente en fibra, vitaminas y minerales. Disminuye fuertemente el apetito, y la pérdida de peso se debe a la pérdida de agua y glucógeno. Aumenta el colesterol, los triglicéridos y el ácido úrico. En general eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
    • Ricas en hidratos de carbono y/o fibra. Es deficiente en vitaminas liposolubles y proteínas. Se pierde peso a expensas de masa muscular y proteína visceral. No sacian, y las ricas en fibra pueden producir alteraciones intestinales y déficits.
    • Ricas en proteínas. Ejemplo: Dieta Dukan, pronokal, Zona y dietas “keto”. Se basan en el mayor poder saciante de las proteínas, y en la disminución paulatina del apetito por la producción de cuerpos cetónicos. Éstos provocan cetoacidosis, lo cual puede sobrecargar el hígado y el riñón, producir descalcificación ósea, mareos, vómitos y fatiga. Con el tiempo se pierde proteína corporal, visceral y muscular.
    • También existen las dietas líquidas (Herbalife), monodietas (basadas en consumir un solo alimento como la dieta de la manzana o del atún), dietas psicológicas (las 3 P’s, evitando pan, pasta y patatas), la dieta del calendario donde sólo se pueden comer alimentos cuyo nombre empieza por una determinada letra, las de grupo sanguíneo con una alimentación para cada tipo de sangre, la de la luna, la cual se basa en la teoría según la cual las diferentes fases de la luna afectan al “ritmo corporal interno”, entre otras.

¿Cuáles son los efectos negativos de las dietas milagro en la salud?

La Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD) advierte que seguir estas dietas milagro durante largo tiempo, podría aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, varios tipos de cáncer, fallo renal, hepático y osteoporosis.

Por su parte la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) opina que si se mantienen estas dietas en el tiempo “pueden llegar a alterar gravemente la presencia de minerales y electrolitos. Además, conllevan una reducción de la masa muscular e incluso llegan a producir alteraciones cardiacas”.

Se ha demostrado que las dietas con un contenido muy bajo en calorías pueden ocasionar una hipoglucemia reactiva e intolerancia a la glucosa cuando los sujetos son sometidos a una sobrecarga de la misma e incluso complicaciones más serias como arritmias cardiacas.

El proceso de adelgazamiento es un proceso de reeducación alimentaria y estas dietas promulgan todo lo contrario. Otro problema del consumo de dietas hipocalóricas es que su utilización de modo crónico es un factor de riesgo para la aparición de trastornos alimentarios tan frecuentes en nuestras sociedades desarrolladas como la anorexia nerviosa, la bulimia y la dismorfia corporal.

Los efectos secundarios de una restricción energética drástica pueden generar cetosis, hiperuricemia, acidosis láctica, náuseas, vómitos, diarreas, arritmias, hipotensión, sequedad en la piel, fragilidad y pérdida de cabello y uñas, insomnio, ansiedad, irritabilidad y depresión, debido a la falta de energía proveniente de carbohidratos en dietas que les excluyen, así como el fomento de la frustración entre las personas que quieren perder peso, además de carencias de vitaminas y minerales por disminución en el consumo de frutas y verduras y un aumento del colesterol en sangre en dietas hiperproteicas basadas en proteína animal.

Según datos de la Sociedad Español para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) el 69% de los sujetos que se someten a dietas milagro recuperan su peso y quien lo sufre, tiene mucho más riesgo de ganar peso a los 4-6 años. Esto es debido a una serie de mecanismos neuroendocrinos de ahorro energético, pues nuestro metabolismo está diseñado para prolongar la supervivencia. La rápida pérdida de peso consecuencia de la disminución de las calorías totales ingeridas, provoca desequilibrios nutricionales tales como el descenso del metabolismo energético basal.

Además de esta serie de riesgos, se debe mencionar el elevado porcentaje de abandono, ya que se produce en 7 de cada 10 personas, gracias a estos efectos secundarios a la monotonía o al esfuerzo que suponen. Muchas requieren más esfuerzo que lo que que te llevaría llevar una alimentación indicada por un nutricionista para control de peso.

Según datos de la SEEN y la SEEDO En España, la población tampoco es consciente de que la mejor dieta comienza con una asesoría nutricional, y la mitad de los españoles recurre a métodos peligrosos para adelgazar. Solo 2 de cada 10 españoles estaría dispuesto a acudir a un especialista antes de comenzar un régimen para adelgazar, mientras que más del 51% ha reconocido que alguna vez ha utilizado métodos que ponen en peligro la salud.

Para el 40% de los españoles la palabra dieta no es un sinónimo de alimentación correcta y equilibrada, sino de algún método milagroso que se traduce en sacrificios. Paradójicamente, el 84% de los entrevistados afirma no creer en las dietas milagro que aparecen en las revistas, pero admite que alguna vez las ha seguido. Otro dato indica que el 92% de las personas está dispuesto a seguir la misma dieta que le ha funcionado a alguien conocido alegando que, al no ver efectos negativos y observar resultados favorables, puede suceder lo mismo en su caso.

El mejor tratamiento nutricional será aquel asesorado por un dietista- nutricionista, que la persona pueda incorporar a su vida cotidiana y que le permita alcanzar y mantener un peso corporal saludable. La recomendación es que la pérdida de peso sea moderada pero mantenida, que reduzca grasa corporal preservando la masa magra, y que corrija los habitos de alimentación basándose en una correcta educación nutricional. En definitiva se trata de adoptar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada, variada y moderada, sostenible, sustentable y que hace posible el mantenimiento de un óptimo estado de salud.

Autora: Adive Márquez
BSc, MSc Nutricionista Máster en Nutrición y Metabolismo
(Publicado en la Revista Entre Todos. Si quieres recibir o descargar la revista, hazte socio)

Fuentes:

  • Federación Española la Nutrición (FEN)
  • Insttituto de Nutrición y Trastornos Alimentarios (INUTCAM)
  • “Dietas mágicas”. Documentos Técnicos de Salud Pública. Ed Dirección General de Salud Pública. Consejería de Sanidad y Servicios Sociales. Comunidad de Madrid. 1998.
  • Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AED-N)
  • Departamento de Biología Fundamental y Ciencias de la Salud. Universidad de las Islas Baleares. CIBER Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn).
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