¿Quién dijo que era fácil vivir con diabetes? Y si además eres mujer, pues más complicado todavía. Pero tranquilas, que conociéndonos y sabiendo cómo actuar, la diabetes se convierte en cotidiana, así que como no hay más remedio, vamos a ello.
No es difícil averiguar a qué nos referimos… el engorro mensual de nuestra menstruación. Si, ya de por sí, a todas las mujeres suelen afectar los cambios hormonales que se producen, a las mujeres con diabetes, como plus añadido a esta mezcla explosiva, nos queda la tarea de entender a nuestras hormonas, que también afectan a nuestras glucemias. Ahí vamos a tener que estar preparadas para controlar los momentos más dulces y amargos en esta época de cada mes.
Y de momento, ¡que me dejen como estoy! porque cuando encima comienzas con los desajustes previos a la menopausia, de un mes sí, otro no, ciclos de 16 días y vas de sorpresa en sorpresa, entonces ya sí que no hay por dónde cogerlo.
Centrándonos de nuevo en la menstruación, sabemos que en cada ciclo, nuestro cuerpo se prepara para la fecundación y esta estupenda preparación no se hace de otra forma más que con hormonas reguladoras de este periodo, hormonas que van a influir en nuestros niveles de glucosa en sangre dependiendo del día del ciclo en el que nos encontremos.

Por tanto y como consecuencia inmediata de estas oscilaciones en modo montaña rusa arriba y abajo pues habrá que ponerse manos a la obra a aumentar o disminuir nuestra pauta de insulina o medicación, ingesta de carbohidratos y actividad física.
Por lo general, después de la ovulación en la fase premenstrual suele aumentar la concentración de glucosa en sangre y cuando iniciamos el periodo la tendencia es que la glucosa nos baje. Y por qué? Pues porque somos así de complejas, no nos íbamos a conformar con simplezas…
Resulta que los niveles de estrógenos y progesterona aumentan después de la ovulación ya que tienen que acondicionar las paredes de nuestros úteros para que se implante el óvulo. Y si no lo hace, pues otra vez vuelven a bajar como en la primera mitad del ciclo. Así que habrá que prevenir todo esto ya sabiéndolo para intentar evitar hipo o hiperglucemias en la medida de lo posible.
Estrógenos y progesterona, pues eso, como la noche y el día, blanco y negro, el punto y la i, efectos contrapuestos absolutamente para hacerlo un poquito más complicado, más difícil todavía.
El efecto de los estrógenos en nuestro organismo es que las células sean más sensibles a la insulina, con lo cual cuando nuestros estrógenos aumenten nuestra glucosa en sangre se verá disminuida. Y la progesterona, para completar la fiesta, pues al revés. Esta hormona suele provocar una resistencia a la insulina, por lo tanto a nuestras células les va a resultar complicado utilizarla, así que la consecuencia no puede ser otra que el aumento del azúcar en sangre.
O sea, aclarando el revoltijo, que el aumento de nuestra glucosa se producirá en la semana anterior a la menstruación justo después de ovular y cuando empecemos con el periodo lo normal es que disminuyan los niveles.
Que quede claro que de todo ello hablamos en líneas generales, luego hay que ver la variabilidad de este patrón en cada una de nosotras.
Pues a pesar de que no cambio ser mujer por nada del mundo, en estos días no me importaría repartir la tarea… A pesar de estos días, de nuestros cálculos de raciones, controles frecuentes de glucemia, dolores pre y menstruales, toma de analgésicos para ir a la universidad o al trabajo…, y ahí seguimos: fichando cada mañana, estudiando, hablando con los profes de los niños, viajando por trabajo, recogiendo la compra del súper y lo que nos echen…

¿Y que encima haya quien nos diga que estamos histéricas? ¡No hay derecho!
Pilar de los Reyes
Redactora Jefe de la revista Entre Todos