
La semana pasada vimos la importancia que tiene la observación de nuestros pies. Hoy vamos a saber todo lo que necesitamos para prevenir y cómo podemos hacerlo para llegar a mayores sin demasiadas complicaciones.
Una vez hemos observados los pies, les vamos a dar el tratamiento que necesitan y esos serán nuestros cuidados particulares.
Cuidados particulares
- Utilizaremos para el lavado un jabón con un pH neutro de 5,5 sin perfumes y una manopla de algodón fina o una esponja enjabonada de un solo uso.
- La temperatura del agua debe probarse con un termómetro o con el codo, nunca más de 37ºC, ni dejaremos los pies en remojo más de 5 minutos.
- Enjuagaremos y secaremos bien con una toalla fina de algodón para llegar a los espacios entre los dedos y evitar que éstos queden húmedos, nunca utilizaremos polvos de talco entre los dedos ni en las plantas sudadas de los pies.
- Con una crema hidratante que, se recomienda, no lleve lanolina por posibles reacciones alérgicas, la extendemos por todo el pie, exceptuando entre los dedos para evitar la maceración. La humedad o un posible contagio pueden producirnos una infección por hongos. Si existiese ese problema aplicaremos los productos que nos haya recetado el médico o recomendado el farmacéutico. Nunca frotaremos firmemente la piel para activar la circulación.
Los autocuidados en el mantenimiento de nuestros pies los debemos realizar con una buena fuente de luz, usando un espejo irrompible para observar las zonas no visibles a simple vista, como la planta del pie, evitando utilizar objetos punzantes como tijeras, alicates u otros. Las uñas no deben ser cortadas y sí lijadas con limas de cartón. Si son duras y engrosadas, sería el podólogo quién se encargaría de esos cuidados.
Ropa y calzado
Utilizaremos calcetín de algodón sin elástico, costuras ni zurcidos, o unos especiales para personas con diabetes y problemas en los pies; las medias compresivas o no, recomendadas hasta la cintura.
El calzado será el apropiado a la actividad que vayamos a realizar. Todos los días, antes de ponernos las zapatillas de andar por casa o los zapatos, veamos su interior y metamos la mano para detectar que no haya algún objeto dentro, costura o descosido que pueda dañar los pies, sobre si tenemos neuropatía.
Cuando sea preciso comprar calzado lo haremos por la tarde, cuando los pies están más inflamados. Meteremos la mano para tocar el interior y notar sus costuras. Los probaremos con el calcetín o media con que vayamos a utilizarlos. Se aconseja que el zapato sea de piel o de materiales naturales como el algodón, lino u otros, eligiendo mejor el velcro para ajustarlos; con elevación máxima del talón en 2,5 cm en hombres y de 3 a 5 cm. en mujeres. Las suelas deberían ser antideslizantes y apoyar toda la superficie en el suelo. El pie debe ir sujeto sin que apriete, pero tampoco muy holgado de forma que se deslice dentro del zapato, para no provocar rozaduras.
Un zapato nuevo debe probarse en casa durante un periodo de acondicionamiento a los pies que iremos observando, en prevención de lesiones por la dureza de la piel nueva.
Las sandalias, chancletas, babuchas o calzado abierto, no son recomendables; tampoco caminar descalzo por la arena de las playas o suelo de piscinas, para evitar agresiones directas a los pies.
Si deseamos emprender una larga marcha a pie, debemos consultar siempre con el podólogo especializado en las patologías del pie diabético donde observarán el desgaste de las suelas de los zapatos y realizarán, si es preciso, un estudio de la marcha observando las “zonas calientes” de apoyo incorrectas.
Neuropatía
La falta de sensibilidad debida a la neuropatía nos hace vulnerables al no notar el exceso de calor producido por la arena de las playas, asfalto en verano, braseros, mantas eléctricas, bolsas de agua caliente, calefactores, radiadores, etc. Debemos protegernos y alejarnos de esas fuentes de calor. No olvidaremos que el agua del baño o las duchas pueden producir importantes quemaduras. Las plantillas de algunas zapatillas de esparto, debido al rozamiento al caminar, junto al sudor, también “queman” la planta de los pies. Contra el frío deberíamos utilizar calcetines de lana gruesos para calentar los pies.
¿Por qué es la prevención tan importante?
Porque las personas con diabetes podemos estar inmunodeprimidas y las lesiones que aparecen, suelen infectarse con facilidad si no las detectamos en una fase muy precoz recibiendo los cuidados apropiados por parte del personal sanitario. Una mala evolución por dejadez, al no darle importancia, pueden ocasionar graves consecuencias, y si somos mayores, existe más probabilidad de que las lesiones sean más graves.
Es sumamente importante que, ante la aparición de cualquier tipo de herida, la limpiemos con un antiséptico incoloro, la tapemos con un vendaje o tirita y acudamos lo más pronto posible a nuestro centro de salud para su valoración y tratamiento correctos.
Si a pesar de que conocemos todo lo que debemos hacer para los cuidados de nuestros pies, no podemos hacerlo por nosotros mismos, familia, cuidadores o amigos, nos pueden ayudar. En algunos Centros de Mayores de la Comunidad existe un servicio de podología.
La tenacidad en el cuidado de nuestros pies es también nuestro seguro de vida para mucho tiempo.
Pilar Ledo, Javier Camacho, Luis Huerta y Susana Montero
Profesionales de Enfermería en A.P.
Área Noroeste. SERMAS