
La semana pasada publicamos el testimonio de uno de nuestros socios José Enrique, que nos contaba cómo había sido su diagnóstico de diabetes tipo 2.
Esta semana publicamos la respuesta que una de nuestras voluntarias, la enfermera Esperanza Jiménez, le da:
Voy a intentar hacer algunas aclaraciones y puntualizaciones acerca del testimonio de José Enrique con el fin de ayudar a solventar aquellas dudas que puedan aparecer.
Cuando él nos cuenta al principio que la diabetes le apareció de golpe sin tener avisos previos, efectivamente así es. La Diabetes es un “enemigo” silencioso que puede pasar desapercibido durante muchos años sin dar signos ni síntomas que nos alerten de su presencia. En la mayoría de las ocasiones, como es su caso, el diagnóstico es casual por la aparición de algún síntoma no siempre relacionado con la hiperglucemia. Además de las revisiones médicas en el centro de trabajo, las recomendaciones actuales aconsejan realizar una detección precoz de diabetes a todas las personas a partir de los 45 años. Sin embargo, éste debe ser a edades más tempranas siempre que nos encontremos ante situaciones de riesgo como sería la existencia de sobrepeso, sedentarismo, antecedentes familiares de diabetes, hipertensión o dislipemia u otros factores de riesgo como la pertenencia a grupos étnicos de alta prevalencia. La realización de un diagnóstico precoz y la instauración del tratamiento oportuno ha demostrado aportar importantes beneficios en la disminución de la morbilidad y aumentar la calidad de vida de las personas, disminuyendo las posibilidades de padecer complicaciones crónicas.
Esa elevada hemoglobina glicosilada HbA1c representa efectivamente el valor medio de la glucemia de aproximadamente los 110-120 días anteriores a la determinación, aunque si es conveniente saber que el resultado es dependiente hasta en un 50% del nivel glucémico existente el mes anterior a la determinación
En una persona recién diagnosticada una reacción muy frecuente es que el hecho de hablar de insulina unido a la idea del ingreso hospitalario produzca un choque importante ya que inmediatamente se asocia a una situación de gravedad. Como bien dice José Enrique, una buena relación terapéutica entre el equipo sanitario y la persona es fundamental para solucionar dudas y aceptar el tratamiento más adecuado.
Los cambios en los hábitos y rutinas de nuestra vida cotidiana son inicialmente difíciles de aceptar. Entender que son cambios saludables y que las recomendaciones recibidas son muy parecidas a las recomendaciones dirigidas a la población general hará mucho más fácil la aceptación y la adaptación a los nuevos hábitos. El reparto de la ingesta en 5 comidas al día efectivamente ayuda a “modular” las fluctuaciones del azúcar en sangre, evitando subidas importantes (hiperglucemias) y también largos periodos de ayunas que pueden favorecer las bajadas de azúcar (hipoglucemias). Además, efectivamente, es una buena manera de controlar la sensación de hambre y ayudar en las ocasiones que sea necesario a bajar de peso.
En cuanto a la automonitorización de la glucemia puede tener utilidad en determinados momentos de la evolución de la Diabetes tipo 2 como es el caso de la instauración y ajuste de nuevos tratamientos y también como herramienta educativa y de refuerzo de los cambios realizados.
José Enrique alude a la importancia de la educación terapéutica en diabetes (ETD) y tiene toda la razón ya que es uno de los pilares fundamentales para lograr el éxito en el tratamiento de las personas con diabetes. También es sabido que debe recibirse desde el momento mismo del diagnóstico para conseguir cambios en el estilo de vida de la persona. La ETD es competencia de diferentes profesionales sanitarios que integran diferentes niveles sanitarios, pero es Atención Primaria el nivel más accesible y asequible para la mayoría de las personas por lo que debería ser el lugar donde las personas con diabetes tipo 2 recibieran educación, apoyo y seguimiento.
La frecuencia de los controles al principio es conveniente hasta estabilizar y ya posteriormente y en fases más estables y en pacientes con un buen control metabólico puede ser suficiente la realización de controles analíticos trimestrales o semestrales para el control de la glucemia sin olvidar la intervención sobre otros posibles factores de riesgo que, en caso de existir, se controlaran con la frecuencia necesaria en cada caso.