Obesidad en la infancia y adolescencia

Obesidad en la infancia y adolescencia

El sobrepeso y la obesidad constituyen una de las principales epidemias del siglo XXI, con consecuencias potencialmente devastadoras sino tomamos medidas encaminadas a su prevención y a revertirla. En España se estima que entre 20-30% de los niños y adolescentes tienen sobrepeso u obesidad. Y lo que es peor, sino intervenimos, una gran mayoría de estos niños y adolescentes se convertirán en adultos obesos.

La etiología de la obesidad es consecuencia de un desequilibrio entre la energía ingerida y la gastada, incluso un pequeño desequilibrio, como puede ser un balance positivo de 30-50 calorías al día pueden dar lugar a un aumento de peso de entre un kilo y kilo y medio año, que al irse acumulando con los años dará lugar a un sobrepeso importante. Este balance positivo puede ser consecuencia de un exceso en la ingesta de calorías, es decir comer más de lo que deberíamos, si bien me atrevería a decir que esto constituye más bien la excepción que la regla. Es cierto que algunas enfermedades genéticas raras dan lugar a un aumento desmesurado del apetito y de la ingesta, pero insisto estos casos son excepciones y muy poco frecuentes. Por lo tanto sino hay un exceso en la ingesta calórica, la única alternativa es una disminución en el gasto calórico, es decir en realizar menos actividad física. Creo que este es el gran problema de nuestro siglo. La aparición de nuevas formas de entretenimiento, video juegos, ordenadores, televisión, que no implican gasto calórico, junto a unas ciudades donde poder salir a jugar a la calle y la disminución de las horas de deporte en los colegios constituye un riesgo elevado, han favorecido un tipo de vida sedentario, con muy poco gasto calórico y por lo tanto favorecen el desarrollo de la obesidad, aun en niños con poca ingesta.

En mi modesta opinión, la disminución en la actividad física es el gran problema de nuestro tiempo y cuyas consecuencias están por llegar. De hecho existen estudios que demuestran que las tasas de muertes prematuras por falta de ejercicio es similar a las que provoca el tabaquismo, estimando que a nivel mundial se producen 5 millones de muertes prematuras al año por no realizar ejercicio de forma habitual.

Como consecuencia de la obesidad aumentan la incidencia de determinadas enfermedades como son las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades articulares degenerativas, la diabetes mellitus tipo 2 y las consecuencias asociadas a la misma; en las mujeres alteraciones en la función ovárica que darán lugar a amenorrea

La diabetes tipo 2, antes asociada al envejecimiento y la obesidad, en la actualidad ya es un problema en la infancia y en la adolescencia. Una enfermedad que antes se manifestaba a partir de los 50-60 años, ahora ya se observa en adolescentes y personas jóvenes. Esto ha dado lugar a que las enfermedades asociadas a la diabetes se presenten a edades mucho más tempranas, lo que sin lugar a dudas constituye y constituirá un problema sanitario de gran magnitud, consumiendo una parte muy importante de los recursos sanitarios disponibles. Algo tan sencillo como el realizar ejercicio físico de forma regular ayudaría a prevenir dichas enfermedades, mejorar la calidad de vida y disminuir las muertes prematuras, sin embargo es tan difícil conseguirlo.

Tratamiento

El tratamiento de la obesidad es complejo y muy desagradecido, tanto para el paciente como para el médico, pues el conseguir revertir el sobrepeso es una batalla ardua, en la que los fracasos son mucho más elevados que los éxitos. El tratamiento se basa en que la diferencia entre la energía ingerida y la gastada sea negativa, es decir que gastemos más de los que ingerimos. Por ejemplo un balance negativo diario de unas 300 calorías permitiría en un mes adelgazar unos 500-700 gramos entre 6-8 kilos al año. Pero esto nos obliga a no desviarnos de este balance negativo. Sirva un ejemplo para ver la dificultad de conseguirlo, la de una persona que acudió a consulta con ganas de perder peso y durante la semana hacia una dieta excelente con un balance negativo razonable pero sin embargo no conseguía perder peso. Cuando re-historiamos a esta persona para intentar determinar dónde estaba el fallo que le impedía perder peso nos contó que durante toda la semana hacia muy bien la dieta, y el fin de semana como premio se tomaba un buen plato de espaguetis a la carbonara, con nata y beicon, lo que contrarrestaba todas las calorías que había dejado de ingerir entre semana.

Una dieta razonable y baja en calorías ayuda a perder peso, pero su mantenimiento a largo plazo y de forma continuada hacen que su seguimiento sea muy difícil, especialmente para los niños y adolescentes, donde prima más una buena comida que la salud. El realizar ejercicio de forma regular es otra alternativa al tratamiento, sin embargo con tantas formas de entretenimiento sedentario hacen muy difícil conseguir unos niveles de actividad física diaria razonable. Una hora de actividad física 3-4 días por semana, más el fin de semana no es suficiente si el resto del día estamos sentados.

El tratamiento de la obesidad como hemos visto y más en niños y adolescentes es muy difícil, por ello es fundamental su prevención y ello implica que la sociedad debe actuar en su conjunto para favorecer la actividad física de la población, solo si somos capaces de ello, conseguiremos revertir esta epidemia del siglo XXI.

Autores: Bartolomé Bonet
Jefe de Pediatría Hospital Can Misses (Ibiza)
Encarnación Torro
Enfermera

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