Padres y hermanos del niño o adolescente con diabetes

Padres y hermanos del niño o adolescente con diabetes

La diabetes, como todas las enfermedades que podemos sufrir a lo largo de nuestra vida, y como todos los sucesos que nos ocurren, no lo hacen de forma aislada, sino que implican tanto a la persona afectada como a todo su entorno. A menudo no somos conscientes de esto, incluso cuando aparece una enfermedad de tanto impacto como es la diabetes.

Los humanos somos seres sociales por naturaleza, nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir, tanto emocional como físicamente. Esto, por lo tanto, implica que vamos a estar en constante relación con nuestro entorno para buscar satisfacer nuestras necesidades, desde las más básicas como son las necesidades fisiológicas (alimentarse, descansar, respirar…) hasta las más complejas como las necesidades de autorrealización (lograr nuestras metas, solucionar problemas, superarse, desarrollo personal…)(Maslow, 1943). Esto es importante de comprender de cara a establecer una estructura básica dónde se apoyan las relaciones sociales y dónde también se va a sostener la diabetes en un entorno familiar.

Uno de los procesos básicos que nos gobierna interna y externamente es denominado “homeostasis” que es un estado de equilibrio o funcionamiento armónico del organismo. Debido a que estamos en constante relación con nuestro entorno, y que este es el que nos aporta en gran medida la satisfacción de nuestras necesidades como hemos comentado anteriormente, cuando algo cambia en nuestro entorno vamos a tener que adaptarnos para intentar acomodar ese cambio en nuestra vida y así volver a un equilibrio emocional dónde podamos situarlo. Este proceso es en gran medida inconsciente y ocurre a cualquier edad.

Cuando hablamos de la aparición de la enfermedad de la diabetes en un niño toda la familia, al igual que el niño, van a reaccionar a ese estresor tan impactante para intentar adaptarse a la nueva situación. Todo lo que el niño, los hermanos, los padres, o cualquiera del entorno hagan en respuesta a ese cambio va a ir dirigido a intentar adaptarse a la nueva situación, aunque el resultado no nos parezca adecuado o saludable, es importante comprender que en ese momento la persona no tiene recursos para hacerlo de otra manera. Por eso es tan importante el apoyo en cada fase de la enfermedad, para favorecer un cambio y un ajuste a la enfermedad saludable, de parte de toda la familia.

Entendiendo esto, algunas de las características de un ajuste saludable serían la afrontación del problema, búsqueda de apoyo social, solucionar los problemas que aparecen, buscar ayuda cuando uno siente que no puede solo, aceptar la realidad de la enfermedad, respetar el proceso que lleva cada uno, o gestionar las emociones que van apareciendo. Un ajuste menos saludable incluiría la negación del problema, la evitación de toma de decisiones, no adherirse al tratamiento, aislarse, o sumergirse en pensamientos negativos rumiativos e intusivos. Estos pueden ocurrir en la persona que padece la enfermedad o en cualquiera del sistema familia, ya que como hemos comentado, la persona que sufre la diabetes no lo hace solo sino que todo el entorno se ve afectado y reaccionara de la manera que pueda para ajustarse a la nueva situación.

Centrando la atención en los padres es común la aparición la sobreprotección, que tiene a venir acompañada de una excesiva indulgencia, falta de límites, priorización de la enfermedad sobre las necesidades emocionales del niño de ser niño, y un estado de alerta constante. Esta reacción de adaptación suele aparecer como respuesta a sentimientos de culpa, miedo, y falta de confianza, que son importantes de gestionar para no quedarse atascados en este mecanismo que desencadena consecuencias realmente desagradables para todo el sistema familiar. Si te sientes atascado sin saber cómo hacerlo de otra manera, pregúntate qué sientes que te haga reaccionar así, y busca ayuda para dar respuesta a esas emociones y así poder ir cambiando esas conductas. No intentes empezar por el tejado, obligándote a cambiar conductas que te hacen sentirte peor porque no tienes resueltas esas emociones. Recuerda que todo lo que hacemos tiene el objetivo de “calmar” nuestras emociones, y “equilibrar” la balanza de la homeostasis. Exigirte actuar de forma diferente cuando el motor que te lleva a actuar sigue estando activo es como si necesitaras beber agua y te obligas a aguantar un día más, primero habrá que calmar la sed de alguna otra manera antes de poder aguantar sin beber ese día más.

Observando la reacción de los hermanos, vemos que también buscan adaptarse a la nueva situación en la que inevitablemente la mayoría de la atención de los padres va dirigida hacia la nueva situación que hay que afrontar, por lo tanto ellos se quedan “sin espacio”. Sobre todo en el inicio de la enfermedad es normal que la diabetes ocupe el 100% del tiempo de los padres entre las exigencias del tratamiento, visitas médicas, aprender acerca de la enfermedad, entre otras. Esto puede llevar a los hermanos a sentir rabia, celos, enfado, soledad, e incluso un sentimiento de abandono de sus necesidades. Suele ser habitual que todos estos sentimientos se acompañen con un sentimiento de culpa, sobre todo si tienen conciencia de la enfermedad de su hermano, ya que no se permiten sentirse así. Esto suele resultar en problemas de conducta, o de somatizaciones (dolor de estómago, de cabeza…), ya que esa energía emocional que ellos no se permiten sentir la canalizan de forma inconsciente de esa manera para manifestar las necesidades que no están siendo cubiertas.

Como podemos observar, cada miembro de la familia, va encontrando la manera de encajar a la diabetes en su vida, la cual puede variar en función de la edad y personalidad de cada uno. Ante la diabetes toda la familia se reorganiza y es importante ser conscientes de que cada miembro de la familia tiene sus necesidades propias a las que tiene que atender y dar respuesta. De lo contrario se desequilibra la balanza y aparecen reacciones que intentan devolver el equilibrio, a veces consiguiéndolo aunque sea de una forma poco saludable, y otras maneras sin conseguirlo, manteniendo las conductas activas en una constante búsqueda de bienestar.

Sofia Rademaker
Psicóloga sanitaria, directora del Centro Psicológico SMC
(Publicado en la Revista Entre Todos (si quieres recibir o descargar la revista, hazte socio)

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