El “piercing” es una palabra derivada del inglés, que se refiere a la perforación o anillado de la piel, mucosas u otros tejidos del cuerpo humano con la finalidad de prender objetos de metal u otros materiales como joyas.
Tradicionalmente se perforaba el lóbulo de las orejas a las niñas con un único orificio permanente y permitía el uso de pendientes. En algunas culturas del mundo se practicaban perforaciones en el cuerpo, sobre todo del tabique nasal y lóbulo de las orejas. Estas prácticas se realizaban en el continente africano, en la India, algunas tribus de indios americanos y el pueblo maya, como signo de pertenencia a diferentes comunidades o tribus, formando parte de rituales de paso a la edad adulta o preparación para la guerra. Algunas culturas las siguen utilizando habitualmente.
Las perforaciones más frecuentes son:
Faciales (cejas, orejas, nariz)
Orales (labios, lengua)
Body piercing (ombligo, pezones)
Genitales.
Riesgos del piercing
Como toda lesión en la piel, una herida abierta permite la entrada de microorganismos con riesgo de infecciones graves: VIH, Hepatitis B, Hepatitis C, tétanos, etc.
También otro tipo de infecciones por microorganismos que se encuentran en la piel (estafilococos, estreptococos,) que pueden penetrar en la epidermis, al perder ésta su solución de continuidad protectora.
Como objetos extraños al organismo que son, éste puede reaccionar mediante alergias e intolerancias a anestésicos, antisépticos y a los metales empleados.
Alteración en la cicatrización con queloides o cicatrices hipertróficas.
Tumores (cáncer de hígado por hepatitis, de lengua)
Efectos adversos
- Anafilaxia por reacción grave a anestésicos o antisépticos.
- Edema de glotis por alergia a materiales y metales.
- Incidentes en la intervención por afectación de los nervios locales (pinchazos, cortes, infecciones).
- Pérdida de hueso periodontal en incisivos inferiores por el roce reiterado de la pieza metálica de labios o lengua sobre los dientes, ocasionando en ocasiones la pérdida de piezas dentales.
- Laceraciones y desgarros en la colocación de los materiales utilizados, enganches fortuitos.
Los efectos adversos de los piercing son similares a los mencionados para los tatuajes en cuanto a contagio de enfermedades infecciosas durante su realización como hemos mencionado anteriormente. Lo que sí hay que tener en cuenta es la zona que se elige para su colocación debido a que, dependiendo del lugar, puede retrasarse la cicatrización o tener una serie de efectos adversos que habrá que vigilar, por ejemplo, las zonas de cartílago como la nariz y pabellón auditivo. Si se infecta esta zona suele producirse una inflamación del pericondrio, tejido que recubre el cartílago y le aporta nutrientes. El microorganismo que es más prevalente en este tipo de infecciones es la pseudomona aeruginosa que en caso de progresar ocasiona una afectación grave de la estructura del oído al ocasionar una destrucción del cartílago.
Antes de realizar el procedimiento, la piel debe estar limpia y desinfectada, así como los anillos o joyas que estarán esterilizados. Las demás normas de higiene y profilaxis están recogidas en el documento de la CAM mencionado, para salvaguardar la seguridad de las personas que se someten a este tipo de intervenciones y que no siempre son personal sanitario, aunque sí deben tener una cualificación acreditada.
En el caso de los piercing, las alergias las darían los metales empleados, siendo los recomendados para evitar esas reacciones, el oro de al menos 14 quilates, el acero quirúrgico y el titanio. El día de la perforación se recomienda el acero quirúrgico aunque otros prefieren el titanio que al parecer tiene propiedades antibacterianas y luego suele sustituirse por los otros materiales, no estando recomendada la plata que aunque es bactericida lleva aleaciones de otros metales como el níquel y es oxidativa. Según la Normativa Europea en materia de salud, el porcentaje de aleación con el níquel no debe superar el 0,05%, pero algunos aceros llevan del 10 al 15% de níquel que pueden dar reacciones alérgicas e infecciones. También puede utilizarse el niobio.
Los cuidados tras el piercing
La recomendación tras la perforación es lavarse las manos antes de tocar los aros. Lavar la zona con agua y jabón neutro de 2 a 3 veces al día y mover el aro hacia un lado y otro, enjuagar bien para retirar rastros de jabón. Aplicar un antiséptico adaptado a la zona. No mantener baños prolongados los primeros meses, no tomar el sol y debe mantenerse limpio y seco el lugar de inserción. No jugar con el aro hasta que esté completamente cicatrizado.
En los de la boca conviene no tomar picantes, fumar, beber alcohol o chicles. Tampoco practicar sexo oral. Mantener la boca limpia y los dientes bien cepillados. Usar antisépticos bucales rebajados con agua y que no contengan alcohol. Retirar restos adheridos a los aros y bolitas con cepillo de cuerdas suaves. También se pueden hacer enjuagues bucales con agua y una cucharadita de sal marina no yodada. Tampoco se debe jugar con la lengua moviendo los aros.
Los piercing en genitales hay que lavarlos igualmente de 2 a 3 veces al día durante 4 a 6 semanas. Cuidar de enjuagar bien por los irritantes jabonosos. Los espermicidas y lubricantes también son irritantes. Cuidar bien la zona debido a lesiones de órganos involucrados. Utilizar siempre preservativo aunque se debe tener en cuenta que puede sufrir rotura con el riesgo de embarazo que ello supone, por lo que es más recomendable no tener relaciones sexuales hasta que esté cicatrizado el orificio.
El tiempo de cicatrización dependerá de la zona donde se inserta la perforación y varía según las personas. Suele variar desde 1 mes a un año. Las zonas de cartílago suelen cicatrizar entre 8 meses y un año y los genitales de 2 a 6 meses aproximadamente.
Recordad que, ante cualquier complicación que se presente, es conveniente consultar lo más pronto posible con su médico o enfermera.
Javier Camacho, Luis Huerta, Pilar Ledo y Susana Montero
(Profesionales de Enfermería de A.P. Área Noroeste. SERMAS)