
La diabetes tipo 1 a día de hoy no se puede prevenir. Los mecanismos desencadenantes e involucrados en la destrucción de las células productoras de insulina no están claros y no se ha podido encontrar y desarrollar todavía ningún medio para prevenirla.
En la diabetes tipo 1 hay tres momentos en los que es frecuente aumentar de peso y grasa corporal y hay que estar atentos para evitar el sobrepeso y la obesidad que pueden hacer más difícil el control metabólico, así que sí se pueden prevenir:
- En los primeros dos meses tras el diagnóstico: mientras se estabiliza la situación iniciando el tratamiento con la insulina, se come mejor, se metaboliza y aprovechan los alimentos; también se suele disminuir la actividad física habitual hasta estabilizar los controles metabólicos y volver a la rutina previa.
- En la adolescencia: la situación hormonal favorece el acúmulo de grasa y la resistencia a la acción de la insulina, junto con las primeras salidas de ocio con los amigos, “comidas rápidas” insanas a precios asequibles para el bolsillo adolescente, picoteos, a veces transgresiones, junto con el aumento de sedentarismo por mayor demanda de estudios y abandono frecuente de actividades deportivas.
- Etapas de hipoglucemias frecuentes y/o recurrentes: conlleva ingesta extra de calorías añadidas a la alimentación habitual, no sólo en forma de hidratos de carbono de absorción rápida, también de alimentos con grasas o más calóricos de absorción lenta.
- Inicio de tratamiento con bombas de infusión subcutánea con bombas de insulina: permiten flexibilizar el número y cantidad de ingestas, a la vez los picoteos.
La diabetes tipo 2, hasta hace unos años conocida como la diabetes del adulto, pues era muy rara en la infancia, adolescencia y primera juventud, está en preocupante aumento. Este aumento no sólo se está produciendo en personas mayores, sino que empieza a afectar a personas cada vez más jóvenes, incluyendo niños y adolescentes, de una manera casi epidémica. Muchos son diagnosticados en la adolescencia, donde la situación hormonal favorece un estado de resistencia a la insulina.
¿Qué factores o situaciones de riesgo existen para desarrollar diabetes tipo 2 en la infancia y adolescencia?
- Historia familiar de diabetes tipo 2 (padres, abuelos, tíos, hermanos…).
- Sobrepeso u obesidad.
- Estilo de vida sedentario y escasa realización de actividad física.
- Hábitos alimentarios inadecuados.
- Pertenecer a algún grupo étnico de mayor riesgo: latinos, afroamericanos, indígenas americanos o estadounidenses de origen asiático o islas del Pacífico, o de Alaska.
- Madre con diabetes gestacional.
Todos estos factores son los mismos que tienen los adultos con riesgo de diabetes tipo 2 (añadida la edad). Entonces, ¿qué es lo que cambia para que nuestros chavales tengan cada vez más DM2? Precisamente el aumento en ellos de los tres factores más importantes y susceptibles de modificación: el sobrepeso/obesidad, el sedentarismo y la alimentación inadecuada.
¿Podemos prevenir la diabetes tipo 2?
Sí, claro que sí. En niños y adolescentes se puede prevenir o retrasar su aparición con pequeñas medidas y cambios que, mantenidos, compartidos, y ejemplares, producen grandes mejoras, como un “efecto mariposa”.
El principal hito es conseguir peso saludable. En casos de sobrepeso y obesidad, el perder peso, no ganarlo o hacerlo más despacio en periodo de crecimiento, ya es un paso importante, si se acompaña de alimentación saludable y actividad física habitual. No ponerle.s a dieta sin la indicación y criterios médicos.
Casi todos estos consejos son aplicables a la diabetes tipo 1 para evitar el sobrepeso y la obesidad, así como para mejorar el control metabólico, prevenir complicaciones y otras patologías asociadas a ellas.
– Mejorar la alimentación, no sólo es una medida para prevenir la diabetes tipo 2, el sobrepeso o la obesidad, sino también para evitar otras situaciones que suelen acompañar como hipertensión, dislipemia, etc. Para ello, sirvan estas ideas para poner en práctica en familia:
- Tomar más agua en lugar de refrescos, zumos, bebidas energéticas, etc. que no aportan nutrientes y contienen extra de calorías y sustancias excitantes nada beneficiosas. Elegir fruta entera mejor que zumo.
- Tomar más frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y hortalizas. Si pueden ser frescos, mejor, pero si no, congelados o cocidos también son una buena alternativa.
- Evitar alimentos fritos, precocinados, procesados, bollería o cereales industriales, productos azucarados o refinados, ricos en grasas o grasas saturadas, y comidas “rápidas”. Optar por parrillas, cocidas, plancha, al vapor, papillote, sustancias integrales, naturales sin salsas elaboradas, utilizando aderezos naturales, ajo, cebolla, hierbas aromáticas, etc.
- Elegir alimentos menos grasos, pescados y carne blanca mejor que carne roja, no añadir sal a los alimentos.
- Reducir el tamaño de las porciones menos saludables.
- Participar en la compra (ir a comprar mejor con el estómago lleno para evitar tentaciones), practicar la lectura de etiquetas y composición de alimentos, elección de los productos y elaboración del menú familiar.
- Una buena idea es utilizar el método del plato: ½ plato con verduras y hortalizas, ¼ con proteínas magas, y ¼ con féculas, arroz u otros hidratos.
- No insistir en acabarse todo el plato, mejor porciones pequeñas y repetir que platos llenos.
- Las recompensas, premios o gratificaciones no deben relacionarse con la alimentación (“si te comes la verdura, te doy unas natillas de postre” ).
– Aumentar la actividad física. Para que realmente sea efectivo, el núcleo familiar debe ser activo, formar parte de la cultura y actividades familiares.
- Limitar el tiempo que se pase delante de la tele, ordenador, móviles, juegos electrónicos, tabletas o consolas y elegir videojuegos activos, participativos, como bailes por ejemplo
- Es recomendable al menos 60 minutos de actividad física moderada/intensa diaria: jugar, correr, saltar, andar, bailar, ir en bicicleta…. No es necesario que sean todos seguidos, también son útiles actividades de 10-15 minutos o más varias veces al día. Y mejor al aire libre.
- Ir andando a los sitios, subir las escaleras en lugar de ascensor, subir y/o bajar al autobús o metro y adelantar o retrasar una parada.
- Aparcar el coche un poco más alejado del lugar de destino.
- Utilizar otros trucos como hacer bicicleta estática mientras se ve la televisión, se juega a la consola, caminar mientras se habla por teléfono o se conversa.
- Preguntarles por las actividades que más les gusten. Probar cosas nuevas y descubrir aficiones. Las gimkhanas, juegos de movimiento en grupos y retos son un gran acierto para fiestas, celebraciones, cumpleaños, etc.
- Animar el esfuerzo, la diversión, el avance, la progresión, valorando y disfrutando las actividades conjuntas.
Debemos instar a la sociedad a primar y favorecer el consumo saludable y la vida activa. Nuestros hijos y nuestro futuro se lo merecen.
Dra. Rosa Mª Servián
Médico de Familia