Guía para viajar con diabetes

En los viajes, el material diabetológico lo considero como un equipaje esencial; un apartado dentro de la maleta igual de indispensable que la ropa. A mí me resulta incluso más fácil de preparar, pero hay que tener cuidado porque dependiendo del sitio y las condiciones puede resultar más frágil. Igual que con la ropa, es recomendable tener una lista de lo que vas a necesitar mientras estés fuera.

Mis siete básicos generales serían:

  • Medidor. Con los medidores de sangre tradicionales, siempre se debe estar provisto/a de tiras reactivas suficientes y lancetas para el pinchador. También se debe conocer si funciona a pilas o con batería, cogiendo el cable cargador necesario o recambio de dichas pilas. De todo ello yo siempre he llevado repuesto suficiente; esto es, un segundo aparato medidor independiente, con su pinchador y lancetas. Actualmente, con el medidor continuo se reduce mucho este material, pero siempre hay que llevar también de repuesto suficiente. En este último caso también es recomendable tener unos parches o strips que protejan y mantengan pegado el medidor sin estar tan expuesto.
  • Insulina. Tanto de absorción lenta como rápida, debemos llevar las que calculemos que necesitemos y alguna más de repuesto. Las plumas necesitan de agujas de las que no nos podemos olvidar. Tanto con las insulinas como con el glucagón hay que tener un cuidado especial, ya que requieren de una temperatura de conservación baja, y se necesitará de más material para conseguirla.
  • Glucagón.
  • Alimentos o suplementos con los que remontar hipoglucemias o alimentarse si no hay comida a disposición. Y si los viajes son a zonas bien provistas, se pueden conseguir también allí. Los alimentos que más útiles me resultan, incluso en mi día a día, son:
    • Azúcar blanco. En sobres o bolsitas. Hay que tener cuidado, ya que a veces el envoltorio es de papel y del roce, temperatura o humedad se estropea o rompe. Pero bien protegido, es el aliado más útil para remontar hipoglucemias.
    •  Golosinas. Como equivalente al azúcar, llevo también bolsas de golosinas que bien racionadas durante las hipoglucemias puede calcularse su correcto uso. A mí personalmente me resultan muy prácticas.
    • Barritas energéticas. Mirando siempre los valores nutricionales, pueden conseguirse desde las que tienen una absorción más rápida y son más efectivas a la hora de remontar glucemias más bajas, hasta las que tienen una absorción más lenta y sirven más para alimentar y mantener la glucemia (no supone un pico de glucosa tan pronunciado). Ocupan muy poco y son muy prácticas.
    • Zumos. Son más cómodos de uso, pero su transporte es un poco menos efectivo debido al espacio que ocupan y que en los aviones no están permitidos.
  • Conservadores de frío. Siempre se debe llevar para conservar las insulinas y el glucagón. No siempre se va a viajar a sitios con neveras o refrigeradores, por lo que los conservadores de frío son indispensables, incluso para el trayecto. Las carteras de frío o isotérmicas funcionan con geles de frío que se enfrían en congeladores. Pero las que más me han servido han sido las que no necesitan de frío, sino que se humedecen. Al remojarlas en agua, la absorben y mantienen la humedad que, si bien no es como el frío de nevera, permite que no se estropeen durante unos días.
  • Certificado de diabetes y permiso de transporte de material. Este permiso debe dártelo el/la profesional endocrino, para controles de aeropuertos o lugares donde no te permitan llevarlo, quede demostrado que es por tu propia necesidad de manera certificada.
  • Tarjeta sanitaria europea y/o seguro sanitario. Imprescindible para resolver cualquier contratiempo que pueda surgir. En principio no habría necesidad de usarse.

Con este material he podido viajar tranquilo, sin ningún contratiempo grave, y me ha permitido resolver otros que me han surgido.

Autor: Alejandro Merino
Voluntario de Asociación Diabetes Madrid

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